(AZprensa) La enseñanza del idioma inglés es un auténtico
martirio para los españoles, sobre todo porque los profesores se empeñan en que
aprendamos la gramática y no paran de poner ejercicios de sintaxis, de repaso
de verbos, etc. con el fin de que lo memoricemos todo, y ese no es el camino.
Los niños británicos no saben hablar inglés cuando nacen y ¿cómo lo aprenden?
Desde luego que no les enseñan gramática en la guardería, ni repasan los
tiempos de los verbos con ellos. El idioma (ese y cualquier otro) no se aprende
“de memoria” sino “aprendiendo a pensar en ese idioma”. Esa es la clave, unir
imágenes y palabras, ideas y palabras, escenas y expresiones… y poco a poco,
sin que se escuche ni una sola palabra en otro idioma, irse acostumbrando a
pensar en ese idioma. Esta es la historia de cómo aprendí inglés y cuáles
fueron sus consecuencias…
Durante los años de bachiller las clases eran como ya he
explicado: gramática y memoria. El profesor y todos nosotros pasábamos más
tiempo hablando en español explicando la gramática que hablando en inglés.
Total, que acabé el bachiller y sabía algo de gramática y verbos pero era
incapaz de hablar inglés más allá de los consabidos “good morning” y “my tailor
is rich”.
Empecé la carrera de Publicidad y una de las asignaturas
era el inglés, pero ¡oh sorpresa! se empezaba desde nivel cero. Otra vez las
mismas lecciones que había estudiado durante el bachillerato. Total, que acabé
la carrera sin saber hablar inglés.
Empecé a trabajar y no era necesario el inglés, así que olvidé
lo poco que había aprendido. Doce años después me cambié a un grupo
multinacional y conseguí el puesto a pesar de no saber inglés, así que debieron
pesar mucho más mis cualidades personales y profesionales que mis rudimentarios
conocimientos de gramática inglesa. No obstante, como el inglés era necesario,
nos pusieron un profesor de inglés en horario laboral, tres días a la semana.
¿Y cómo eran esas clases? ¡Iguales! Repetir y repetir hasta memorizar todo. Un
auténtico suplicio. Pero yo era consciente de la necesidad de aprender inglés
para progresar, así que me tomé la justicia por mi mano. Dije que renunciaba a
esas clases y que me pagaba de mi bolsillo un curso de unas semana de inmersión
en inglés (300.000 pesetas, que sería como ahora 2.000 euros), aunque por lo
menos la empresa consideró como laborables esos días que iba a pasar fuera
estudiando.
Ese curso consistía en un encierro en una casa de campo,
en un pequeño pueblo de Segovia. Un profesor y dos alumnos por cada clase. Ocho
horas diarias de clase en donde te enseñaban a pensar en inglés y no se
pronunciaba una sola palabra en español. En las horas de descanso, durante las
comidas con otros alumnos o por las noches cuando jugábamos al billar,
tomábamos una cerveza o dábamos un paseo, seguía estando prohibido pronunciar
una sola palabra en español. Todos debíamos pensar en inglés y expresarnos en
ese idioma y tanto era así, que por las noches ¡soñaba en inglés! Pero lo mejor
de todo es que funcionó. Cuando volví a la oficina ya era capaz de expresarme
en inglés, un inglés bastante rudimentario, pero es que el objetivo de ese
curso no había sido enseñarnos gramática sino enseñarnos a comunicarnos en
inglés con otras personas. Tanto fue así, que poco después viajé a Manchester
para exponer en inglés los planes que teníamos en mi empresa… ¡Y me
entendieron! (Cierto es que con algo de ayuda en el coloquio posterior, pero
conseguí salir airoso de la situación).
Vistos los buenos resultados, unos meses después, el
presidente de la compañía nos mandó a otro compañero y a mí a hacer un nuevo
curso en ese mismo lugar, esta vez, pagado por la empresa. Este segundo curso
me ayudó a coger más soltura y, como agradecimiento a mi esfuerzo y por
haberles recomendado y conseguirles más alumnos, me ofrecieron hacer un tercer
curso completamente gratis.
Conclusión: Ya estaba en condiciones de comunicarme en
inglés con otras personas y así se lo hice saber al presidente del grupo en
España, el cual había manifestado apenas un año antes “¡qué pena que no sepa hablar
inglés!” ya que ese desconocimiento me cerraba las puertas a cualquier progreso
dentro de la multinacional. Ahora ya estaba en condiciones de comunicarme en
inglés y eso me llevó a dar un salto cualitativo y cuantitativo (money) dentro
del grupo pasando a otra de sus divisiones, dejando atrás la Publicidad y
centrándome a partir de ese momento en la Comunicación periodística. En mi
nuevo puesto como Country Communication Manager o Dircom, empecé a viajar por
toda Europa, a participar en reuniones internacionales, formar equipo con mis
colegas de otros países, etc.
Pero a pesar de eso, el inglés hay que mantenerlo vivo, y
la empresa me puso una profesora particular para perfeccionar mi nivel de
conversación. Tres días a la semana, venía a mi despacho y hablábamos de
cualquier cosa, y esa era la mejor manera de adquirir una mayor soltura en el
inglés. Pero, para hacer más divertidas las clases, se me ocurrió una idea
insólita: trasladar al inglés algunas de mis poesías.
Traducir un texto puede tener mayor o menor dificultad,
pero traducir una poesía tiene una dificultad extrema, porque no basta con
expresar lo mismo en otro idioma, sino que hay que trasladar también el ritmo,
la emoción y sentimiento del poema, la musicalidad… Era un reto que la profesora
aceptó encantada y de esta forma, al fin, conseguí lo que tanto había deseado:
¡Que las clases de inglés fuesen divertidas!
Como muestra, este
pequeño fragmento de uno de mis poemas.
“The rain wets your hair
when you came
in the middle of the storm
-lots of things to do-
an uncertain day
when you didn’t know
what you’d find
came back home”.
Resumiendo: Si quieres aprender inglés, olvídate de la
gramática y piensa en inglés, siempre hay mil y un caminos diferentes para
expresar las ideas; no recurras a pasarte al español para tratar de entender
algo, utiliza sinónimos o descripciones para a aquello cuya palabra no conoces,
practica mucha conversación sobre temas que te interesen, ponte películas en
inglés con subtítulos en inglés, y escribe mucho, todo lo que puedas, en
inglés.
Si escribes “Vicente Fisac” en Amazon, podrás echar un vistazo a todos los libros de este autor.
when you came
in the middle of the storm
-lots of things to do-
an uncertain day
when you didn’t know
what you’d find
came back home”.
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