(AZprensa) En los últimos años, los productos de marca blanca
han ganado un lugar destacado en las cestas de la compra de millones de
hogares. Lejos de ser considerados una opción de "segunda categoría",
estas alternativas que ofrecen supermercados como Carrefour, Alcampo, BM,
Mercadona o Lidl han demostrado que calidad y precio competitivo pueden ir de
la mano.
El secreto detrás de su éxito radica en un hecho poco
conocido: la mayoría de estos productos son fabricados por empresas de primera
calidad, e incluso, en muchos casos, por marcas líderes que producen en
exclusiva para las cadenas de distribución.
El secreto detrás de los productos de marca blanca
Los productos de marca blanca, también conocidos como
marcas propias o marcas de distribuidor, son aquellos comercializados bajo el
nombre de la cadena de supermercados, como Hacendado (Mercadona), Auchan
(Alcampo), Carrefour, Eroski o Dia. A diferencia de las marcas tradicionales,
estos productos no suelen invertir en campañas publicitarias masivas ni en
envases sofisticados, lo que permite ofrecer precios más bajos. Sin embargo,
esto no significa que escatimen en calidad. De hecho, detrás de estos productos
hay un proceso de fabricación cuidadosamente supervisado por los supermercados,
que exigen estándares elevados a sus proveedores.
Uno de los grandes secretos de las marcas blancas es que,
en muchos casos, son producidas por fabricantes de renombre que también
elaboran productos para marcas líderes. Las cadenas de supermercados firman
acuerdos exclusivos con estas empresas para fabricar productos bajo su marca
propia, aprovechando sus instalaciones, experiencia y controles de calidad.
Veamos unos ejemplos…
Lácteos: En España, marcas blancas de leche, yogures o
quesos de supermercados como Carrefour o Alcampo suelen ser fabricadas por
empresas como Central Lechera Asturiana, Capsa Food o García Baquero. Estas
compañías utilizan las mismas líneas de producción y estándares de calidad para
los productos de marca blanca que para sus propias marcas.
Conservas: Empresas como Conservas Ortiz o Calvo,
reconocidas por sus conservas de pescado de alta calidad, han sido señaladas
como fabricantes de atún o sardinas para marcas propias de cadenas como
Mercadona o Lidl. Esto garantiza que el producto final cumpla con los mismos
criterios de frescura y sabor.
Aceite de oliva: Marcas de prestigio como Carbonell o
Coosur producen aceite de oliva para marcas blancas de supermercados. Según
estudios del sector, el aceite de oliva virgen extra de marcas propias a menudo
comparte origen y calidad con los de marcas reconocidas, pero a un precio más
asequible.
Pasta y salsas: Empresas como Gallo o Barilla, líderes en
el mercado de pastas, han fabricado productos para marcas blancas de cadenas
como Eroski o Dia. Lo mismo ocurre con salsas de tomate, donde fabricantes como
Orlando producen para supermercados.
Dulces y chocolates: En el caso de los chocolates o
galletas, marcas blancas de Lidl o Carrefour han sido vinculadas a fabricantes
como Valor o Artiach, que aplican las mismas recetas y procesos para garantizar
un sabor excepcional.
Esta relación entre marcas líderes y marcas blancas no es
casualidad. Los supermercados seleccionan a sus proveedores tras rigurosos
controles de calidad, asegurándose de que los productos cumplan con normativas
europeas y expectativas del consumidor. En muchos casos, el producto de marca
blanca es idéntico o muy similar al de la marca líder, con diferencias mínimas
en el envasado o en pequeños ajustes de la receta para adaptarse al precio
objetivo.
El caso de Mercadona: Un modelo de éxito
Mercadona es un ejemplo paradigmático de cómo las marcas
blancas pueden conquistar al consumidor. Su marca Hacendado, junto con Bosque
Verde (limpieza) y Deliplus (cosmética), representa más del 50 % de las ventas
de la cadena. La empresa trabaja con "interproveedores", fabricantes
especializados que producen exclusivamente para Mercadona, como Casa Tarradellas
(pizzas y embutidos), SPB (cosmética) o RNB (perfumes). Estos proveedores
invierten en innovación y calidad, lo que ha permitido que productos como las
pizzas frescas de Hacendado o los perfumes de Deliplus sean comparados
favorablemente con marcas premium.
Un caso curioso es el de los perfumes de Mercadona. Según
expertos en perfumería, algunos de sus aromas son fabricados por RNB, que
también produce para marcas de lujo, y están inspirados en fragancias de alta
gama como Creed o Lancôme. Este fenómeno demuestra que las marcas blancas no
solo igualan la calidad de las marcas tradicionales, sino que a veces ofrecen
alternativas comparables a productos de lujo a una fracción del precio.
¿Por qué son más baratos? Si los productos de marca
blanca son fabricados por las mismas empresas que producen marcas líderes, ¿por
qué cuestan menos? La respuesta está en la estrategia comercial:
Menos gasto en marketing, es decir, las marcas blancas no
invierten en publicidad masiva, patrocinios ni campañas en redes sociales, lo
que reduce significativamente los costos.
Envases sencillos: Los supermercados optan por diseños
minimalistas y empaques económicos, priorizando el contenido sobre la estética.
Economías de escala: Las grandes cadenas compran enormes volúmenes, lo que les permite negociar precios más bajos con los fabricantes.
Distribución directa: Al venderse exclusivamente en sus propias tiendas, los supermercados eliminan intermediarios, reduciendo costes logísticos.
Estos ahorros se trasladan al consumidor, que obtiene un
producto de calidad comparable a un precio más competitivo. Según un informe de
la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) de 2024, los productos de
marca blanca pueden costar entre un 20 % y un 50 % menos que sus equivalentes
de marca líder, sin comprometer la calidad.
Rompiendo el estigma
A pesar de sus ventajas, las marcas blancas aún enfrentan
prejuicios. Algunos consumidores asocian el menor precio con una calidad
inferior, un mito que los estudios desmienten. La OCU ha realizado múltiples
análisis comparativos, demostrando que, en categorías como aceite, café,
detergentes o conservas, las marcas blancas obtienen puntuaciones similares o
superiores a las marcas tradicionales en sabor, textura y eficacia. Además, las
cadenas de supermercados están invirtiendo cada vez más en diversificar su
oferta de marcas propias, incluyendo productos ecológicos, sin gluten o
veganos. Por ejemplo, Lidl ha ampliado su línea de productos bio, mientras que
Carrefour ofrece gamas específicas para dietas especiales, todas fabricadas por
proveedores de confianza.
El auge de las marcas blancas no muestra signos de
desaceleración. Según datos de NielsenIQ, en 2024 las marcas propias
representaron más del 40 % de las ventas en los supermercados españoles, una
tendencia que se replica en Europa. Los consumidores, cada vez más conscientes
de su presupuesto y exigentes con la calidad, ven en estas marcas una opción
práctica y fiable.
En un mercado donde la inflación sigue siendo un desafío,
los productos de marca blanca ofrecen una solución sin complicaciones: calidad
sin tonterías. La próxima vez que pasees por los pasillos de Carrefour, Alcampo
o BM, recuerda que detrás de ese envase sencillo puede estar el mismo
fabricante que produce tu marca favorita, ofreciéndote lo mejor de ambos
mundos: un producto excelente a un precio que no duele al bolsillo.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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Economías de escala: Las grandes cadenas compran enormes volúmenes, lo que les permite negociar precios más bajos con los fabricantes.
Distribución directa: Al venderse exclusivamente en sus propias tiendas, los supermercados eliminan intermediarios, reduciendo costes logísticos.
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