Antes que yo me incorporase al laboratorio farmacéutico
internacional Zéneca, cuando este comercializaba y promocionaba el hipolipemiante
Neo-Atromid (clofibrato), le hice la competencia desde un pequeño laboratorio
(Sideta) al lanzar en España un nuevo hipocolesterolemiante e hipolipemiante de
acción global, Sinceral (clofibride).
Empezaban la visita médicos, los visitadores o delegados del
laboratorio, diciendo algo así como “Buenos días Dr., hoy quiero presentarle un
nuevo producto que va sinceramente bien para controlar el colesterol”... y de
ese “sinceramente” se pasaba a presentar “Sinceral”.
Pero la argumentación no sólo era emotiva sino también
racional:
Hace descender las tasas séricas de colesterol,
triglicéridos y lípidos totales, anormalmente elevadas.
Es eficaz también en hipercolesterolemias esenciales
resistentes a otros tratamientos.
Su rapidez de acción se puede comprobar en el lipidograma a
los 30 días.
Es compatible con cualquier otra medicación y tiene una
excelente tolerancia, incluso a nivel hepático y digestivo.
Para corroborar esto último se presentaban estudios que
demostraban que “Sinceral no origina ningún cambio ni morfológico ni metabólico
en los cultivos de células hepáticas humanas, para lo cual seria necesaria una
concentración 10 veces menor del normolipemiante de referencia, y además no
aumenta las tasas de transaminasas hepáticas, aun con dosis doble d ela
habitual durante varios meses”.
Pero tan importante como la parte argumental es la parte
visual y por eso el presente folleto llevaba en portada la imagen de un trombo
que no era otra cosa que un acúmulo de bolitas de poliespán (el conocido corcho
blanco) pegadas a la pared de un tubo transparente, simbolizando de esta forma
el trombo y la arteria.
Es cierto que la hiperlipidemia siempre ha sido y sigue
siendo un problema, pero también es cierto que han existido y siguen existiendo
productos eficaces para controlar esta patología...
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