Se dice que el 85% de nuestros conocimientos actuales no nos
servirán de nada dentro de 15 años. Así de rápido evoluciona el nivel de
conocimientos de la humanidad. Esto, en Medicina, es evidente. El médico tiene
necesidad de formarse continuamente, pero esto tiene un handicap: la
formación cuesta dinero. Los empleadores de los médicos (básicamente la Sanidad
pública) no les paga cursos ni materiales de formación, por lo que el médico
tiene que arreglárselas por sí mismo, pero él tampoco está por la labor de
gastarse su dinero en formación... sobre todo porque sabe que hay (siempre ha
existido) un “paganini”, alguien que está dispuesto a pagarle los cursos, la
asistencia a congresos, la adquisición de libros, la participación en cursos,
etc.; y ese alguien son los laboratorios farmacéuticos.
Desde el más grande al más pequeño laboratorio farmacéutico siempre
han destinado una parte importante de sus presupuestos promocionales a pagarle
al médico esa formación. El caso de los laboratorios Sideta no era una
excepción y por este motivo trataba de ganarse el favor de los médicos
facilitándoles la asistencia a congresos y pagándoles cursos y materiales de
formación. También la visita médica era un vehículo para llevarle esa formación
y actualización constante de conocimientos. En la imagen que acompaña este
post, podemos ver uno de esos ejemplos. Se trata de un ejemplar de una amplia
serie de cuadernos monográficos que actualizaban el estado del conocimiento
médico sobre determinada indicación o área terapéutica. En este caso concreto
se trataba de una revisión de la ateroesclerosis a la que había dado por título
“Historia natural de la ateroesclerosis”, a la que siguieron muchas otras
monografías. En las mismas no se incluía ninguna publicidad salvo la que
llevaba en el interior de portada a modo de anuncio del producto en cuestión
(obviamente un producto que estaba indicado en la indicación de que hablaba la
monografía). De todas formas, ya se ocupaba el visitador médico, a la hora de
entregarle estas monografías, de recordarle lo bueno que era el producto en
cuestión para el tratamiento de estas patologías.
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