En las infecciones de las vías genitales inferiores son muy
diversos los agentes causales: gérmenes Gram+ (Stafilococcus aureus,
Streptococcus, Cornybacterium vaginalis, Chlamidiae trichomatis...), Gram-
(Hemophilus vaginalis, Enterobacterias...), Monilias (Candida albicans...),
Protozoos (Tricomonas vaginalis...) y por ello siempre existe el riesgo de
recidivas cuando no se actúa sobre la totalidad de los gérmenes responsables,
al igual que siempre existe el riesgo de infección ascendente de las vías
genitales altas.
Por si esto fuera poco, cuando el trofismo vaginal está
alterado (disminución de las defensas de las mucosas, desequilibrio de la flora
saprofita, alteración del ecosistema local, etc.) supone un terreno propicio
para la infección, facilita se sobreañadan infecciones y que estas se hagan
resistentes a los tratamientos habituales, dando lugar a fracasos terapéuticos,
falsas curaciones, recidivas...
Estaba claro que si se unía la eficacia trófica reparadora
de las lesiones mucosas del promestrieno con un antiinfeccioso polivalente como
el clorquinaldol, se obtendría una acción completa sobre los dos factores que
originan y agravan las leucorreas. Así se hizo con el nuevo fármaco
Colposeptina (promestrieno y clorquinaldol). A la eficacia –sin efecto hormonal
sistémico- demostrada por el Colpotrofin (promestrieno) se unió el
clorquinaldol, un antiséptico polivalente, de contacto, universalmente
utilizado, que se elimina de la cavidad vaginal sin haber sido metabolizado,
resolviendo cualquier tipo de infección genital baja habitual, sin riesgo de
producción de resistencias.
Ese tratamiento universal de las leucorreas, tal como se presentaba en el folleto de lanzamiento (ver imagen) fue la Colposeptina con la que su laboratorio comercializador en España, Sideta, completó su catálogo de productos en ginecología y se convirtió en uno de los principales laboratorios en esta especialidad...
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