Con objeto de dotar de una personalidad más potente a
Trentadil (bamifilina) decidimos aprovechar su nombre comercial para asociarlo
al tren, y no a uno cualquiera, sino al tren de alta velocidad que acababa de
estrenar Francia, el TGV. Solicitamos a los ferrocarriles franceses la
correspondiente autorización para utilizar algunas de sus fotos y diseñamos una
campaña en la que se mostraba este moderno tren que transmitía así, también
modernidad, a nuestro producto.
Destacamos en portada que se trataba de “un avance en la
terapéutica teofilínica” y, al igual que los trenes anuncian sus horarios,
poníamos debajo “una administración cada 12 horas”, junto al resumen de unas
ventajas que lo mismo podían servir para el tren que para Trentadil: rapidez,
eficacia, seguridad y comodidad. De esta forma, cada vez que el médico pensase
en un tren, se acordaría de nuestro producto.
En el interior explicábamos que carecía de los efectos
excitantes centrales e irritantes digestivos de las teofilinas y sus derivados
de uso habitual y, como si de un tren se tratara, destacábamos su rápido inicio
de la acción (45 minutos) y su efecto prolongado (vida media 17,5 horas),
insistiendo finalmente en la comodidad que supone la administración cada 12
horas y el disponer de una amplia gama de presentaciones...
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