Fueron muchos los testimonios de médicos que daban fe de la
eficacia y seguridad de Colposeptina en el tratamiento de las leucorreas.
Frases como “las glándulas aparecen limpias, condición indispensable para la
curación” o “prácticamente todas curan, evitando el uso de antibióticos” eran
comunes entre los especialistas que comprobaban el retorno a una situación
genital normal tras el tratamiento con este producto.
Colposeptina se definía como un “tratamiento racional de la
leucorrea”. Por el clorquinaldol, su componente antiinfeccioso polivalente,
realizaba una desinfección de la vagina tan eficaz como la de las asociaciones
de antibióticos específicos. Por el promestrieno, su principio activo trófico,
suprimía las leucorreas asépticas, estimulando la reparación de las lesiones
cervicales y vaginales (como causa y/o consecuencia de las infecciones),
favoreciendo la reparación de la flora saprofita (Döderlein) y evitando las
recidivas debidas a la persistencia de las lesiones.
Hoy día, que cada vez que leemos el prospecto de un
medicamento nos encontramos con una larga lista de efectos secundarios, etc.,
nos llama la atención encontrar un medicamento como este en el que había una
ausencia total de contraindicaciones, incompatibilidades y efectos secundarios.
En la portada de este otro folleto del producto, destinado a su presentación a los médicos a través de la visita médica, vemos la facilidad con que el mismo “borraba” el problema que siempre suponen las recidivas y resistencias en las leucorreas por lo que podía afirmarse que se trataba de un “tratamiento eficaz y sin problemas”...
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