¿Qué es el sudor? Fundamentalmente agua. Agua que las glándulas
sudoríparas extraen de la sangre. Y no se suda igual en todas partes. El sudor
del tronco supone el 50% del total, otro 25% corresponde a los miembros
superiores y el 25% restante a los inferiores. Los ancianos tienen disminuida
la capacidad para extraer líquido de la sangre y trasformarlo en sudor.
Consecuentemente, sudan menos.
Aunque son casos muy raros, hay niños que nacen sin glándulas sudoríparas
y no pueden sudar. Su cuerpo se calienta con facilidad. Una elevación de la
temperatura, que cualquiera soportaría bien, a ellos les puede producir una
hipertermia e incluso la muerte. Pero su alteración suele ser compatible con la
vida. Porque, además del sudor, tenemos otros mecanismos para eliminar el
calor, como la respiración o la vasodilatación. El sudor es pues importante,
pero no imprescindible. De hecho, muchos animales no sudan.
Tan denostado socialmente como necesario para el organismo. Es nuestro
refrigerante natural. Todos los tenemos y a todos nos ha hecho pasar algún mal
rato social. La culpa no es del sudor. Es del olor. Pero… ¿por qué huele?
“Tenemos dos tipos de sudor, uno que huele y otro que no –explica el Dr.
Villalón–. Es un hecho fácilmente comprobable. ¿Huele acaso el sudor de la
frente? Y, por ejemplo, el de las axilas sí desprende olor. El sudor que huele
es porque contiene grasa. Cuanta más grasa, mayor intensidad de olor. Además,
unas personas tienen un sudor más oloroso que otras, porque tampoco la cantidad
de grasa del sudor es igual en todas las personas”.
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