domingo, 8 de mayo de 2016

Antes de nacer la ecología ya existían médicos ecologistas

(AZprensa) Aun cuando la palabra y el concepto “Ecología” nació en 1873, acuñado por el naturalista Haenkel para designar el estudio de las relaciones de los seres vivos con el ambiente físico y biológico, hubo una corriente médica que muchos años antes ya defendió estos postulados. Se trataba de los llamados médicos “higienistas”, defensores de una visión ecológica de la salud y el medio ambiente, los cuales se plantearon el problema del influjo del medio ambiente en la vida del hombre. Los higienistas criticaban la falta de salubridad en las ciudades, así como las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, proponiendo diversas medidas de tipo higiénico y social que contribuirían a mejorar la salud y la calidad de vida de la población, especialmente de las clases menos acomodadas.

Esta corriente “higienista” tuvo una gran fuerza durante el siglo XIX. Aquellos médicos realizaron toda una serie de investigaciones empíricas de tipo sociológico y geográfico, contando para ello con el apoyo e incentivo de la Real Academia Nacional de Medicina, gracias a lo cual muchos de esos trabajos se han conservado. En los mismos, la higiene aparece en primer lugar, como una parte de la actividad médica, centrada en preservar la salud pública, algo de trascendental importancia toda vez que eran frecuentes muchas enfermedades epidémicas (cólera), endémicas (viruela, tifus, difteria, escarlatina), así como otras enfermedades profesionales relacionadas con la revolución industrial

Dado que entre los higienistas estaba generalizada la concepción de la enfermedad como producto social, en los estudios de tipo epidemiológico era muy frecuente encontrar abundante información sobre el medio geográfico, económico y social en el que se desarrollaban las dolencias estudiadas. De esta forma los estudios de geografía médica fueron uno de los centros de atención más característicos de los médicos españoles interesados por la higiene pública. Esta estrecha relación entre medicina y geografía fue la génesis de un peculiar tipo de literatura científica que se conoció con el nombre de “Topografías médicas”.

Las “Topografías médicas” suponen un punto de vista “ecológico” (aun cuando todavía no existiera dicha palabra) de la medicina, ya que consideraban a las enfermedades como resultado de una compleja interrelación de fenómenos ambientales (temperatura, vientos, suelo, etc.) y fenómenos socio-económicos (miseria, hacinamiento, condiciones de trabajo, etc.).

De hecho, las “Topografías médicas” tienen todavía hoy un valor incalculable, no sólo para los historiadores de la medicina, sino también para quienes se ocupan de la historia de la geografía, de la ecología e incluso de la historia de España, ya que su consulta puede aportar informaciones valiosas en sus vertientes demográfica, agraria, social y urbana. Un ejemplo de ello es el trabajo que el Dr. Gaspar Fisac Orovio realizó en 1905, titulado “Topografía médica de Daimiel y su partido” es un fidedigno ejemplo de esta visión ecológica de la enfermedad, tal como se recoge en su biografía recientemente publicada con el título “Una lágrima es un beso”: http://www.bubok.es/libros/244091/Una-lagrima-es-un-beso

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