miércoles, 11 de mayo de 2016

Herpes Zóster: El virus que golpea

(AZprensa) El Herpes Zóster está reconocido como una enfermedad traumática, dolorosa y debilitante que afecta significativamente a la calidad de vida. La experiencia es tan dolorosa y traumática que impacta negativamente a nivel psicológico, social, físico y funcional en un elevado porcentaje de los casos. Tanto el Herpes Zóster como su principal complicación, la Neuralgia Post Herpética, además, pueden descompensar la patología de base de los pacientes crónicos, esto se traduciría en un potencial cambio de tratamiento, aumento de las hospitalizaciones y mayor número de días hospitalizados. Tras superar la enfermedad, el paciente y el familiar desarrollan sensación de vulnerabilidad y miedo a que se repita un nuevo episodio de Herpes Zóster.

El intenso dolor que produce, acompañado de picor, es uno de los principales aspectos que destacan los pacientes, quienes, en una escala de dolor del 1 al 10, sitúan al Herpes Zóster entre el 8 y el 10. Comparan el dolor del HZ con el dolor por irritación de la vesícula biliar, el cólico nefrítico o el parto. Para definir el dolor, los pacientes con HZ refieren palabras como calor, fuego, lija, pinchazos, electricidad, latigazos y chispas, entre otras similares. 

Según afirma un estudio realizado por la consultora GfK con el apoyo de Sanofi Pasteur MSD, al tratarse de una enfermedad poco conocida para quien no la ha sufrido o ha tenido algún caso cercano, y dado que existe cierto desconocimiento sobre sus síntomas y que los mismos son muy inespecíficos, la mayoría de los pacientes asociaron los primeros síntomas con una gripe y no fue hasta la aparición de la erupción cuando acudieron al médico. En concreto, se observó bastante confusión acerca de por qué se produce y cómo se comporta la infección por virus de la Varicela Zóster. Además, los entrevistados desconocían que existen colectivos con especial riesgo de sufrir HZ, así como el riesgo real de volver a sufrir un HZ.

El estudio ha constatado también que la enfermedad afecta tanto a nivel físico como psicológico. En el ámbito físico cabe destacar, por parte del paciente, la pérdida de apetito, sensación de fatiga, debilidad, cansancio e incapacidad para conciliar el sueño, algo que también afecta a los familiares/cuidadores. Desde el punto de vista psicológico destacan la depresión, la ansiedad y la irritabilidad que sufren los pacientes y que genera estrés en el entorno familiar. Todos coinciden en que han necesitado ayuda para realizar actividades de la vida diaria como cocinar, desempeñar tareas del hogar, e incluso vestirse o asearse. Además, puede suponer un impedimento para ir al trabajo (los pacientes en activo consultados, tuvieron bajas laborales de entre 15 y 30 días y tardaron más tiempo en poder realizar su trabajo al 100%).

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