(AZprensa) El Herpes Zóster está reconocido como una enfermedad
traumática, dolorosa y debilitante que afecta significativamente a la calidad
de vida. La experiencia es tan dolorosa y traumática que impacta negativamente
a nivel psicológico, social, físico y funcional en un elevado porcentaje de los
casos. Tanto el Herpes Zóster como su principal complicación, la Neuralgia Post
Herpética, además, pueden descompensar la patología de base de los pacientes
crónicos, esto se traduciría en un potencial cambio de tratamiento, aumento de
las hospitalizaciones y mayor número de días hospitalizados. Tras superar la
enfermedad, el paciente y el familiar desarrollan sensación de vulnerabilidad y
miedo a que se repita un nuevo episodio de Herpes Zóster.
El intenso dolor que produce, acompañado de picor, es uno de los
principales aspectos que destacan los pacientes, quienes, en una escala de
dolor del 1 al 10, sitúan al Herpes Zóster entre el 8 y el 10. Comparan el
dolor del HZ con el dolor por irritación de la vesícula biliar, el cólico
nefrítico o el parto. Para definir el dolor, los pacientes con HZ refieren
palabras como calor, fuego, lija, pinchazos, electricidad, latigazos y chispas,
entre otras similares.
Según afirma un estudio realizado por la consultora GfK con el apoyo de
Sanofi Pasteur MSD, al tratarse de una enfermedad poco conocida para quien no
la ha sufrido o ha tenido algún caso cercano, y dado que existe cierto
desconocimiento sobre sus síntomas y que los mismos son muy inespecíficos, la
mayoría de los pacientes asociaron los primeros síntomas con una gripe y no fue
hasta la aparición de la erupción cuando acudieron al médico. En concreto, se
observó bastante confusión acerca de por qué se produce y cómo se comporta la
infección por virus de la Varicela Zóster. Además, los entrevistados
desconocían que existen colectivos con especial riesgo de sufrir HZ, así como
el riesgo real de volver a sufrir un HZ.
El estudio ha constatado también que la enfermedad afecta tanto a nivel
físico como psicológico. En el ámbito físico cabe destacar, por parte del
paciente, la pérdida de apetito, sensación de fatiga, debilidad, cansancio e
incapacidad para conciliar el sueño, algo que también afecta a los
familiares/cuidadores. Desde el punto de vista psicológico destacan la
depresión, la ansiedad y la irritabilidad que sufren los pacientes y que genera
estrés en el entorno familiar. Todos coinciden en que han necesitado ayuda para
realizar actividades de la vida diaria como cocinar, desempeñar tareas del
hogar, e incluso vestirse o asearse. Además, puede suponer un impedimento para
ir al trabajo (los pacientes en activo consultados, tuvieron bajas laborales de
entre 15 y 30 días y tardaron más tiempo en poder realizar su trabajo al 100%).
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