(AZprensa) Aunque la esclerosis múltiple puede aparecer a cualquier
edad, es en el tramo comprendido entre los 20 y 40 años cuando es más habitual
que comiencen los primeros síntomas, lo que la convierte, después de los
accidentes de tráfico, en la causa más habitual de discapacidad entre los
adultos jóvenes. “La esclerosis múltiple puede afectar a cualquier
parte del cerebro o de la médula espinal, por lo que los síntomas de esta
enfermedad son muy variados. Y aunque los más frecuentes son las alteraciones
de la sensibilidad en alguna parte del cuerpo, visión borrosa o doble, falta de
equilibrio o dificultad para coordinar movimientos, no todos los pacientes
padecen estos síntomas”, explica la Dra. Ester Moral
Torres, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmieliniantes de la
Sociedad Española de Neurología.
También es una enfermedad muy variable en su forma de inicio o
evolución. Aunque en un 85% de los casos, lo más frecuente es que la enfermedad
se presente en “brotes”, es decir, síntomas neurológicos nuevos o bruscos que
duren más de 24 horas. Es posible que, en hasta un 30-40% de los casos, con el
paso de los años, la enfermedad pase a tener un curso progresivo y también
existen formas que son progresivas desde el inicio.
Detectar la esclerosis múltiple en sus fases iniciales e iniciar el
tratamiento de manera precoz es de especial importancia puesto que, gracias a
la aparición de nuevos fármacos y a los buenos resultados con otros con los que
ya tenemos más experiencia, ya es posible modificar el curso de la
enfermedad hasta el punto de que ya existe un porcentaje elevado de pacientes
que tras 15 años de enfermedad no presentan una discapacidad importante.
En todo caso, una vez diagnosticada la enfermedad, el paciente debe ser
constante en su tratamiento y seguimiento por parte del neurólogo, para
detectar nuevos síntomas o situaciones potencialmente modificables. Además,
puede ser necesario incluir cambios de medicación o terapias como la
neurorrehabilitación, que debe ser considerada como una parte más en el
abordaje de la enfermedad. “La actividad
física, realizada de forma prudente y adaptada a las necesidades de cada
persona, se ha mostrado beneficiosa para las personas con esclerosis múltiple.
Y también la alimentación variada y equilibrada siguiendo el estilo de la dieta
mediterránea, evitando el sobrepeso y reforzando la ingesta de alimentos
que contengan fibra, calcio y Vitamina D”, comenta la Dra.
Ester Moral. “Asimismo, recordar que
el tabaco y las altas temperaturas pueden empeorar los síntomas de la
enfermedad”.
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