(AZprensa)
Cada día se venden menos periódicos y cada día se ven menos quioscos de prensa
por las calles. La prensa impresa en papel se ha convertido ya en un simple
capricho para los nostálgicos.
Los
grandes editores de diarios siguen sin querer creerse lo que está pasando: la
prensa se muere. Cada día hay menos lectores de los tradicionales diarios de
papel. Cada semana descubro un nuevo quiosco de prensa que ha cerrado; ya solo
es posible comprar el periódico en papelerías o en centros comerciales; incluso
yo mismo he dejado de comprar diarios a diario ¿para qué leer en papel las
noticias que leí ayer en digital? Según comentan los quiosqueros, ya sólo
algunos viejos siguen comprando diarios, a excepción quizás de los diarios
deportivos que siguen comprándolos un mayor número de personas. Por otra parte,
hace ya muchos años que no veo a ningún joven leyendo diarios, simplemente se
limitan a pasarse la vida pegados a la diminuta pantalla de su móvil para
enterarse allí –al instante- de aquello que quieren saber… y por supuesto a
dejarse engañar a través de esas redes sociales manipuladas, plagadas de “influencers”
que se ganan la vida embaucando a sus seguidores transmitiéndoles como suyo
propio aquello por lo que les pagan.
Pero
los grandes editores de diarios no quieren enterarse. Cada poco tiempo van y
suben el precio. Lo que faltaba. ¡Vaya forma de incentivar la lectura de las
noticias atrasadas!
Si
algún empresario se decide a lanzar un nuevo periódico o a cambiar el nombre
del suyo, le propongo este nombre de marca: “Ayer” o bien “Diario Ayer” o de
forma más explícita “Las noticias de ayer”. En efecto, los diarios en papel
sólo sirven hoy día para leer las noticias de ayer.
¿Para
qué sirve pues un periódico? Para enterarse de las noticias, desde luego que
no.
Luego,
por la tarde, caminaba por la calle y me fijé en varios cadáveres en avanzado
estado de descomposición que se repartían por la acera. ¿De qué cadáveres
hablo? Pues ni más ni menos que de los clásico kioscos de prensa cuyo esqueleto
aún permanece anclado en las aceras mientras el óxido y el polvo los van
desintegrando, testigos fieles del paso implacable del tiempo; de un tiempo que
ya pasó para ellos y quién sabe si quizás también para nosotros.
Podríamos
decir que la prensa escrita se ha convertido en un simple capricho para los
románticos. La viabilidad económica cada vez está más en entredicho y sin
embargo los responsables de los diarios impresos se resisten a reconocerlo. La
razón es muy sencilla: ¿para qué vas a gastarte dinero en un manojo de hojas de
papel para leer unas noticias que podías haber leído gratuitamente muchas horas
antes en tu ordenador o tu dispositivo móvil?
Negar
esto es negar la evidencia como lo es también no darse cuenta que los jóvenes
(que en teoría son lo que estarán vivos las próximas décadas) no compran
periódicos. Incluso en las universidades se dejan montones de ejemplares
gratuitos de diarios nacionales y económicos y casi nadie los coge.
Con
la prensa escrita va a pasar lo mismo que con los discos de vinilo: algunos
románticos seguimos conservando discos de aquellos y nos gusta oír ese sonido
puro y auténtico aunque lleve el aderezo del ruido causado por el polvo y los
arañazos en los surcos; incluso hay mercadillos donde se compran y venden
discos de aquellos y aún siguen vendiéndose en algunas tiendas clásicos
“tocadiscos”. Los viejos seguiremos comprando de vez en cuando algún ejemplar
de periódico para sentir en nuestras manos el contacto del papel y releer
pausadamente esas noticias que ya nos adelantó la tele, la radio e Internet un
montón de horas antes. Así, poco a poco, el papel se convertirá en artículo de
lujo para románticos y la crisis hará que ese lujo cada vez esté al alcance de
menos personas.
Si
tienes oportunidad de coger un periódico, tócalo y siéntelo, aunque sólo sea
por curiosidad: le queda poca vida, es un artículo en vías de extinción.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon.
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