sábado, 10 de enero de 2015

Ataque a las farmacias exportadoras

(AZprensa) El Colegio de Farmacéuticos de Madrid ha ofrecido su colaboración a las Fuerzas de Seguridad del Estado para identificar las farmacias madrileñas que exportan medicamentos e impedir que continúen con esta práctica. Según el presidente del Colegio de Farmacéuticos, Luis González Díez, estas exportaciones por parte de algunas oficinas de farmacia no sólo es ilegal con arreglo a la normativa sanitaria, sino que además “debe ser tipificada como un delito”, por lo que solicita se actúe “con rapidez y contundencia contra sus responsables, porque no podemos permitir que la actuación de unos pocos mine el prestigio profesional, el buen hacer de todo un colectivo y la confianza depositada por la sociedad en la farmacia española”.

Las exportaciones de medicamentos a otros países por parte de farmacias no son nada nuevo, sino todo lo contrario. Se trata de una práctica que se viene haciendo desde hace varias décadas y no sólo por parte de muchas farmacias sino también por parte de muchos mayoristas. Su origen está en la abismal diferencia de precios existente entre los medicamentos que se venden en España (de los más baratos de Europa) y el precio de estos mismos medicamentos en otros países. Así, por ejemplo, un fármaco que en España apenas supera los dos euros, puede tener en otros países europeos un precio de más de diez euros; y no digamos el caso de un medicamento que en España cueste unos 50 euros, el cual puede pasar de los 100 euros en otros países. Así, pues, a intermediarios de centro y norte de Europa, les sale más a cuenta comprar en España dichos fármacos que comprarlos en su propio país.

Realmente quien pierde con esta práctica son los laboratorios productores de dichos medicamentos, puesto que en vez de vender en centro y norte de Europa al precio de aquellos países, resulta que los abastece a precio de saldo español.

Sencillamente, si los precios de los medicamentos en España fuesen similares a los que tienen en el resto de Europa, a nadie se le ocurriría (no le resultaría rentable) hacer estas exportaciones. Ahora bien, si las Autoridades Sanitarias españolas autorizasen a los laboratorios unos precios “europeos” a los medicamentos que se venden en España, pero comprase a precio “español” los medicamentos que fuese a dispensar en la Sanidad pública, estableciendo las medidas necesarias para asegurar que dichos medicamentos eran destinados a tal fin, se hubiera evitado igualmente esta práctica.

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