(AZprensa) Por
mucho que se conozca la anatomía del cuerpo humano (“napias” = nariz; “cogote”
= cuello; “corcusilla” = coxis; etc.), si uno va a Daimiel (Ciudad Real)
tendrá que conocer el idioma daimieleño para saber de qué le están hablando. Por ejemplo, si uno se queja
de la “barriga” es que tiene algún problema estomacal, claro que si
quien acude alarmada ante el volumen que está adquiriendo su “barriga”
es una joven, habrá que preguntarle antes si su pareja ha usado “conservativos”
(preservativos) porque si no, es posible hasta que tenga “medios” (es
decir: gemelos o mellizos). Si así fuera, habrá que darle la noticia “apoquitos”
(poco a poco) no vaya a ser que se “añulgue” (o sea, que se atragante),
y recetarle alguna cosa si acaso le diera por “degolver” o “gomitar”
(vamos, que tuviera náuseas). Y cuando tenga a su hijo... o a sus “medietes”
(gemelos o mellizos) habrá que recomendarle que los alimente con las “manolas”
(que así es como se llama en daimieleño a las... eso, lo que se utiliza para la
lactancia materna).
En cambio, si
quien acude al “Embulatorio” (Ambulatorio) es una señora mayor, diciendo
que tiene “calorás”, no pensemos que ha cogido “refrialdá”
(resfriado), ni le miremos el “gaznate” (la garganta) o le preguntemos
si tiene “garraspera” (carraspera)... porque lo más probable es que las “calorás”
sean los sofocos propios de la menopausia. Ante esta situación, el “meidico”
(médico) no tiene que perder los “niervos” (uséase: los nervios) ni
mandar por sistema un “nalis” (o sea, análisis); basta con que la mande
a la “botica” (farmacia) a que le dispensen unas “cláusulas”
(cápsulas) de algún preparado específico y con eso estará todo “aviao”
(esto es: resuelto), sobre todo si entre los “achaques” (síntomas) la paciente
ha citado la “galbana” (pereza, desidia) o si nos dice que está “aparranada”
(sin ganas de hacer nada), lo cual indicaría un cierto grado de astenia.
Pero la vida en
Daimiel es dura y la traumatología está a la orden del día, y no porque haya
muchos “güesos” rotos (fracturas de huesos) sino porque el trabajo en el
campo o los juegos de niños dan pie a muchas “escalabrauras” (heridas en
la cabeza o “sesera”), “chinchones” (los populares chichones) y “desollones”,
es decir, heridas con erosión de la piel, la cual puede también “inritarse”
(irritarse) o “forrincharse” (inflamarse). Sin embargo, todos estos
percances suelen resolverse fácilmente con “mercurocromo” (mercromina o
cualquier otro desinfectante tópico) y un poco de “esparatrapo” (o sea,
esparadrapo o las populares tiritas); lo importante es que si hay una herida
esta no se “encone” o “incone” (infecte) y si es preciso, bastará
con mandar un “emplasto” o “pomá” (pomada o crema
antiinflamatoria).
En cualquier
caso, el “meidico” cuenta con “güenos paratos” (alta tecnología)
para explorar a los pacientes, saber que si está “herniao” es que está
simplemente cansado, si tiene “garbana” es que sólo se trata de una
borrachera, si no tiene “gana” es que está inapetente y habrá que
mandarle un tónico reconstituyente, si se queja de un ojo quizás es que tenga
un “ahíto” (orzuelo), si se queja del ano puede que tenga “almorranas”
(hemorroides), pero si tiene “tortículis” el problema no está abajo sino
arriba, en el cuello (tortícolis) y sólo muy de tarde en tarde se descubre
algún caso de “pendicitis” (apendicitis) o de “paralís”
(parálisis) o de algún “telele” (enfermedad grave) que Dios no lo quiera
no lleve a “diñar” (fallecer) al paciente y tengan que llevarlo a las “siete
cuerdas y media” (cementerio).
En fin, para “boticarios”
(farmacéuticos), “meidicos” (médicos) y “platicantes”
(profesionales de enfermería) será bueno recordarles que si van a ejercer su
profesión en Daimiel no se “encisquen” (es decir: no se pongan
nerviosos) porque hay una solución muy sencilla: aprender el idioma daimieleño.
¿Y cómo se aprende eso? Pues muy sencillo, sólo hay que comprar y leer el "Diccionario Daimieleño-Español".
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