El mundo de la comunicación, ya
lo hemos dicho, requiere de múltiples fuentes de información. Nosotros (nuestra
empresa, nuestra organización) también somos una de esas fuentes. Por
consiguiente no es de extrañar que el público o que los periodistas quieran
contactar con nosotros para pedirnos cualquier información o simplemente para
conocer nuestra opinión, bien sea sobre algo relacionado con nuestros productos
y actividades o incluso sobre cualquier acontecimiento de actualidad que no
tenga nada que ver con nosotros pero, que considerándonos a nosotros como
líderes, nos dan el privilegio de ser preguntados al respecto. Y esa es una
magnífica oportunidad, un auténtico tesoro que hay que saber aprovechar. Si
nuestro público y/o nuestros periodistas quieren hablar con nosotros... hay que
facilitarles ese contacto.
Sin embargo, y con demasiada
frecuencia, los directivos no son proclives a atender estas peticiones e
incluso se muestran contrariados cuando les llegan requerimientos en este
sentido. “Es que no tengo tiempo, no puedo atenderlos a todos”, dirán muchos de
esos directivos. Y tienen razón; su cargo, sus ocupaciones, no les dejan el
tiempo necesario para dedicarlo a estos menesteres. Pero lo que sí les debe ir
inherente en el cargo es la capacidad de decisión para derivar hacia otros
portavoces cualificados de su organización o empresa la atención de esas
demandas. Aquí puede jugar un papel muy importante el responsable de
comunicación –verdadero nexo de unión entre una organización y su público- para
hacerle ver las características e importancia de cada requerimiento y que así,
en base a ese conocimiento, el directivo pueda decidir si finalmente es él
quien atiende la petición o si bien se le pasa a otros portavoz de la compañía.
Lo que sí será igualmente importante para el éxito es que cada organización
tenga varios portavoces cualificados para atender esas peticiones, pero no sólo
cualificados desde el punto de vista técnico, sino cualificados desde el punto
de vista de la capacidad para comunicar, y para ello existen cursos de
portavoces e incluso responsables de comunicación en su propia empresa: para
formarlos en el difícil arte de “dar la cara” ante la opinión pública.
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