(AZprensa) Tanto se alaba –y con razón- a
Islandia, que cada vez son más las personas que se animan a visitar este lejano
país. Los datos son espectaculares: en el año 2010 recibió 490.000 turistas y
en 2016 recibió 2.300.000 turistas; una cifra que expresada en otros términos
significa que recibió seis veces más visitantes que su población. Esto es algo
así como si en España, que cuenta con una población de 46 millones de
habitantes, se recibiera en un año un total de 276 millones de turistas.
El ministro de Turismo de Islandia, Thordis
Kolbrun Reykfjord Gylfadottir (en lo sucesivo le llamaremos “el ministro de
Turismo” para simplificar) ha declarado que "tenemos que tener cuidado de
no morir de éxito", y alerta que algunos parajes naturales como el parque
nacional de Thingvellir o el glacial de Jokulsarlon, “es imposible que soporten
más de un millón de visitantes”.
Para controlar esta creciente avalancha de
turistas están estudiando una serie de impuestos especiales y regulaciones para
proteger el entorno natural de la masacre que supondría una avalancha
incontrolada de turistas. Por supuesto que todo el dinero que se recaude irá
destinado a mejorar y proteger el entorno.
Al escribir esto me viene a la memoria uno de
los lugares paisajísticos más emblemáticos de Noruega, el Pulpit Rock o
Preikestolen, una roca que se alza a 600 metros sobre el fiordo de Lyse. Para
llegar a ella hay que recorrer andando un accidentado sendero que se tarda dos
horas en recorrer a buen paso, y tanto en el recorrido como en el destino final
sólo hay naturaleza virgen. ¿Qué hubiera sucedido si el Preikestolen hubiera
esto en España? Muy sencillo: se hubiera preparado una carretera asfaltada
hasta el destino, salpicada de bares y restaurantes por el camino. Al llegar
allí se encontraría una tienda de recuerdos, varios bares y chiringuitos,
vendedores ambulantes, zonas de aparcamiento, y una barrera que obligaría a
pagar dinero por subir a la plataforma final para hacerse las consabidas fotos.
Afortunadamente Noruega no ha caído en esa
aberración, e Islandia quiere prepararse y evitar que tal cosa pueda suceder en
el futuro.
La luz horizontal
Un viaje inicíático a Islandia
Edición digital: 3 euros.
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impresa):
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