domingo, 14 de mayo de 2017

¡Cuidado con morir de éxito!

(AZprensa) Tanto se alaba –y con razón- a Islandia, que cada vez son más las personas que se animan a visitar este lejano país. Los datos son espectaculares: en el año 2010 recibió 490.000 turistas y en 2016 recibió 2.300.000 turistas; una cifra que expresada en otros términos significa que recibió seis veces más visitantes que su población. Esto es algo así como si en España, que cuenta con una población de 46 millones de habitantes, se recibiera en un año un total de 276 millones de turistas.

El ministro de Turismo de Islandia, Thordis Kolbrun Reykfjord Gylfadottir (en lo sucesivo le llamaremos “el ministro de Turismo” para simplificar) ha declarado que "tenemos que tener cuidado de no morir de éxito", y alerta que algunos parajes naturales como el parque nacional de Thingvellir o el glacial de Jokulsarlon, “es imposible que soporten más de un millón de visitantes”.

Para controlar esta creciente avalancha de turistas están estudiando una serie de impuestos especiales y regulaciones para proteger el entorno natural de la masacre que supondría una avalancha incontrolada de turistas. Por supuesto que todo el dinero que se recaude irá destinado a mejorar y proteger el entorno.

Al escribir esto me viene a la memoria uno de los lugares paisajísticos más emblemáticos de Noruega, el Pulpit Rock o Preikestolen, una roca que se alza a 600 metros sobre el fiordo de Lyse. Para llegar a ella hay que recorrer andando un accidentado sendero que se tarda dos horas en recorrer a buen paso, y tanto en el recorrido como en el destino final sólo hay naturaleza virgen. ¿Qué hubiera sucedido si el Preikestolen hubiera esto en España? Muy sencillo: se hubiera preparado una carretera asfaltada hasta el destino, salpicada de bares y restaurantes por el camino. Al llegar allí se encontraría una tienda de recuerdos, varios bares y chiringuitos, vendedores ambulantes, zonas de aparcamiento, y una barrera que obligaría a pagar dinero por subir a la plataforma final para hacerse las consabidas fotos.

Afortunadamente Noruega no ha caído en esa aberración, e Islandia quiere prepararse y evitar que tal cosa pueda suceder en el futuro.


La luz horizontal
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