(AZprensa) La fobia social es un
trastorno más frecuente en nuestra sociedad de lo que se cree. Se trata de un miedo persistente e
irracional a relacionarse con otras personas sintiendo temor y ansiedad ante la
creencia de que van a ser observados y juzgados por los demás, lo que conduce a
un aislamiento social cada vez más acusado.
Para reconocerlo, hay unos síntomas muy
característicos:
- Evitan asistir a fiestas y reuniones familiares y
sociales.
- Rehúsan conocer nuevas personas y rechazan acudir a
lugares donde haya gente.
- Recurren a otras personas para que hagan cosas por
ellos.
- Evitan mirar a los ojos y desvían la mirada.
- No saludan, ignoran a los demás y no participan
cuando están en presencia de otras personas.
- Se sitúan de forma estratégica (en un extremo, al
final) para involucrarse lo menos posible con los demás.
- Se abstraen del ambiente refugiándose en el móvil o
en sus propios pensamientos.
- No sonríen, se muestran serios y distantes.
- Procuran no discutir para tener la menor interacción
posible con otras personas.
- Se meten las manos en los bolsillos, se cruzan de
brazos, tensan los músculos y/o se mueven nerviosamente.
- Son los últimos (o los primeros) en llegar a algún
lugar para interactuar lo menos posible con otras personas.
- No comen determinadas comidas por miedo a hacer el
ridículo.
- Preparan excusas para justificar su comportamiento.
- Beben mucho agua.
- Les gusta comer en la situación lo más aislada
posible.
- Su ansiedad les genera una sudoración excesiva e
incluso temblores.
- Llegan a escaparse para refugiarse en el cuarto de
baño o en otra habitación en donde estén solos.
En realidad, la fobia social, como cualquier otra
fobia, es un mecanismo innato para evitar situaciones potencialmente peligrosas
para la supervivencia, sin embargo en la sociedad moderna este mecanismo se
convierte en un verdadero problema ya que incapacita al individuo para llevar
una vida de relación normal con sus semejantes, por lo que debe acudirse al
médico cuanto antes para establecer el tratamiento adecuado (psicoterapia y/o
medicación) antes que el problema siga creciendo y derive en un trastorno
psiquiátrico más grave o en el alcoholismo o cualquier otro tipo de adicción en
que suelen refugiarse estas personas.
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