(AZprensa) Un estudio ha puesto en evidencia la irresponsabilidad de los españoles en cuanto al cuidado de su salud, aunque bien pudieran extrapolarse estos resultados a otros muchos países. Desde luego los datos que nos muestra el comparador de seguros de salud “Acierto.com” son demoledores:
Para empezar, los españoles consideran que el mejor médico son ellos mismos, ya que más de la mitad reconoce que se automedica, aunque no por igual en todas las enfermedades. En el dolor de cabeza –por ejemplo- el 70 por ciento se automedica. Pero es que además, entre aquellos que tienen un resfriado se fían más (hasta un 11 por ciento) de lo que les dicen sus familiares o amigos que de lo que pueda decirle un profesional sanitario. Y no digamos nada ya de las dosis que debe tomar, ya que más del 20 por ciento de ellos se guía más por lo que diga el prospecto que por lo que le diga el profesional. Pero no es esto lo peor, sino que el 34 por ciento ni siquiera sigue esas recomendaciones y toma más o menos dosis o la interrumpe o prolonga más allá de lo que diga el prospecto y, por supuesto, de lo que le hubiera dicho el profesional sanitario. Del que sí suelen fiarse bastante es del “profesional” Internet, ya que siete de cada 10 pacientes que salen de la consulta de un médico van a continuación a buscar información sobre su enfermedad y tratamiento en Internet; vamos, que se fían más de Internet (vete a saber en qué página habrán mirado) que del médico.
Claro que para satisfacer esa desmedida e irresponsable demanda de medicamentos, los botiquines caseros que hay en los hogares tienen restos de medicamentos en abundancia: El 43 por ciento guarda los medicamentos que le han sobrado para su utilización una próxima vez, aunque esa siguiente vez ya lo hacen sin consultar con el médico y, aún peor, sin revisar la fecha de caducidad.
Esa animadversión para acudir al médico la justifican por la falta de tiempo para acudir a la consulta y por las demoras en ser recibido. Al menos los farmacéuticos son mejor aceptados como lo demuestra el hecho que el 75 por ciento reconoce que prefiere acudir a la farmacia antes que al médico, y hasta el 86 por ciento confía en lo que le dice su farmacéutico.
Luego, eso sí, echarán la culpa al médico y/o al laboratorio fabricante del medicamento, si el “tratamiento” ha sido ineficaz o le ha provocado efectos secundarios.
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