viernes, 22 de marzo de 2019

La mitad de los diabéticos padece dislipemia aterogénica


(AZprensa) La dislipemia aterogénica (DA) es un proceso que confiere, al que la tiene, un elevado riesgo cardiovascular, debido a que las tres alteraciones lipídicas que la definen son factores de riesgo independientes: el aumento de los triglicéridos, el descenso de HDL, y unas partículas de LDL especialmente aterogénicas por sus características (más pequeñas de lo habitual y más densas). Así lo ha puesto de manifiesto el doctor Jesús Millán, jefe del servicio de Medicina Interna del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid).

En opinión de este experto, cuando otros factores de riesgo lipídicos se encuentran controlados, como puede ser el caso de personas en tratamiento con estatinas y cifras de LDL estables, el riesgo atribuible a la DA puede suponer un 30% del riesgo residual que mantiene el paciente a pesar del control de la cifra de colesterol.

Se calcula que en España puede haber cerca de tres millones de personas con DA, con una prevalencia muy elevada en poblaciones con alto riesgo vascular: “aproximadamente entre un 20% y un 30% de enfermos con antecedentes de enfermedad cardiovascular de cualquier localización la pueden presentar. Y en los diabéticos, una población especialmente predispuesta a padecerla, hasta un 50 % de los mismos la presentan”, agrega el experto.

“Además de comprobar que cerca del 50% de los diabéticos tienen DA, hemos puesto de manifiesto que, aún en presencia de la misma, el tratamiento es subóptimo, y un porcentaje (una tercera parte) de los pacientes subsidiarios de tratamiento específico no se encuentran tratados de forma adecuada”, agrega el doctor Millán, que precisa: “este es un hecho que afecta tanto a hombres como a mujeres, y a cualquier grupo de edad”.

Tal como ha explicado, la dislipemia aterogénica es un proceso infradiagnosticado, y, por tanto, infratratado e infracontrolado. “El motivo fundamental –añade- es que el foco de interés siempre se pone en la dislipemia dependiente del colesterol LDL, obviando que la dislipemia no-LDL dependiente, como es el caso de la DA, es un factor de riesgo adicional que debería ser correctamente detectado y tratado, llegado el caso”.

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