(AZprensa) El “cinturón de asteroides” situado entre
Marte y Júpiter, no es ningún enjambre de rocas como se muestra en las películas,
sino un inmenso espacio vacío surcado de vez en cuando por algún asteroide.
Para que nos hagamos una idea, cabe señalar que la distancia media entre unos
objetos y otros en este “cinturón” es de 5 millones de kilómetros. Por lo
tanto, es muy raro que se produzca alguna colisión entre esos objetos, tanto
como que una de estas suele darse cada 100.000 años.
Pues en este inmenso “cinturón” vacío, hay algunos
espacios más vacíos aún, son los llamados “huecos de Kirkwood”. Cuando alguna
vez entra ahí alguno de estos asteroides… es la primera y última vez que lo
hacen, ya que la fuerza de atracción que ejerce Júpiter en esas zonas hace que aumente
la excentricidad de su órbita y salgan, literalmente, del citado cinturón.
Cuando algún asteroide entra en esa zona y sale
despedido, puede llegar a cruzar en algún momento la órbita de la Tierra, tal
como sucede con Eros (14x14x40 Km.) o con Adonis. Otros, como Deimos y Fobos,
posiblemente estaban en este cinturón hasta que fueron atrapados por Marte que
los convirtió en sus satélites.
El que sigue circulando por este cinturón de forma
independiente (no podía ser de otra forma) es un asteroide descubierto en 1926
por un catalán y que fue bautizado con el nombre de “Barcelona”.
Estos asteroides orbitan en el mismo sentido que los
planetas y sus periodos orbitales van desde los 3,5 años hasta los 6 años. Sus
órbitas son bastante circulares (excentricidad media de 0,15) aunque otros
tienen una excentricidad que puede llegar a 0,6 como sucede, por ejemplo, con
Apolo e Hidalgo. Por lo que se refiere a su inclinación, suelen ser superiores
a 25º, como la del asteroide Barcelona, el cual tiene una inclinación de 32,8º.
Hay algún otro, sin embargo, cuya inclinación es mucho más acusada, como
Betulia, que llega a una inclinación de 52º.
Algunos de estos asteroides tienen incluso satélites y
otros se ven acompañados por una legión más o menos numerosa de pequeños
asteroides. Pero cuando se habla de asteroides conviene diferenciar entre dos
conceptos aparentemente similares: familia de asteroides y grupo de asteroides.
Cuando se habla de familia, nos estamos refiriendo a asteroides que tienen un
origen común y sus características orbitales son similares. En cambio, cuando
se habla de grupo quiere decirse que dichos asteroides comparten
características orbitales pero no tienen un origen común.
En cuanto a su composición, los asteroides de este
cinturón se clasifican en tres tipos: asteroides carbonáceos o tipo C,
asteroides de silicatos o tipo S, y asteroides metálicos o tipo M. Seis de cada
diez son de tipo C y datan de la época de formación de nuestro sistema solar;
los otros, S y M, se han formado como resultado de la fragmentación de
asteroides grandes (de más de 200 Km. de diámetro) tras chocar unos con otros.
Precisamente ese tamaño (200 Km.) es el tamaño mínimo que se necesita para que
el calor interno generado por la gravedad sea suficiente para separar en el
magma los elementos pesados (que son los metales) que se deslizan hacia el
centro para formar el núcleo, de los elementos ligeros (las rocas) que quedan
flotando sobre el magma para formar el manto superficial.
“Curiosidades del Sistema Solar”, de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.
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