martes, 9 de febrero de 2021

Barcelona y los huecos de Kirkwood

(AZprensa) El “cinturón de asteroides” situado entre Marte y Júpiter, no es ningún enjambre de rocas como se muestra en las películas, sino un inmenso espacio vacío surcado de vez en cuando por algún asteroide. Para que nos hagamos una idea, cabe señalar que la distancia media entre unos objetos y otros en este “cinturón” es de 5 millones de kilómetros. Por lo tanto, es muy raro que se produzca alguna colisión entre esos objetos, tanto como que una de estas suele darse cada 100.000 años.
 
Pues en este inmenso “cinturón” vacío, hay algunos espacios más vacíos aún, son los llamados “huecos de Kirkwood”. Cuando alguna vez entra ahí alguno de estos asteroides… es la primera y última vez que lo hacen, ya que la fuerza de atracción que ejerce Júpiter en esas zonas hace que aumente la excentricidad de su órbita y salgan, literalmente, del citado cinturón.
 
Cuando algún asteroide entra en esa zona y sale despedido, puede llegar a cruzar en algún momento la órbita de la Tierra, tal como sucede con Eros (14x14x40 Km.) o con Adonis. Otros, como Deimos y Fobos, posiblemente estaban en este cinturón hasta que fueron atrapados por Marte que los convirtió en sus satélites.
 
El que sigue circulando por este cinturón de forma independiente (no podía ser de otra forma) es un asteroide descubierto en 1926 por un catalán y que fue bautizado con el nombre de “Barcelona”.
 
Estos asteroides orbitan en el mismo sentido que los planetas y sus periodos orbitales van desde los 3,5 años hasta los 6 años. Sus órbitas son bastante circulares (excentricidad media de 0,15) aunque otros tienen una excentricidad que puede llegar a 0,6 como sucede, por ejemplo, con Apolo e Hidalgo. Por lo que se refiere a su inclinación, suelen ser superiores a 25º, como la del asteroide Barcelona, el cual tiene una inclinación de 32,8º. Hay algún otro, sin embargo, cuya inclinación es mucho más acusada, como Betulia, que llega a una inclinación de 52º.
 
Algunos de estos asteroides tienen incluso satélites y otros se ven acompañados por una legión más o menos numerosa de pequeños asteroides. Pero cuando se habla de asteroides conviene diferenciar entre dos conceptos aparentemente similares: familia de asteroides y grupo de asteroides. Cuando se habla de familia, nos estamos refiriendo a asteroides que tienen un origen común y sus características orbitales son similares. En cambio, cuando se habla de grupo quiere decirse que dichos asteroides comparten características orbitales pero no tienen un origen común.
 
En cuanto a su composición, los asteroides de este cinturón se clasifican en tres tipos: asteroides carbonáceos o tipo C, asteroides de silicatos o tipo S, y asteroides metálicos o tipo M. Seis de cada diez son de tipo C y datan de la época de formación de nuestro sistema solar; los otros, S y M, se han formado como resultado de la fragmentación de asteroides grandes (de más de 200 Km. de diámetro) tras chocar unos con otros. Precisamente ese tamaño (200 Km.) es el tamaño mínimo que se necesita para que el calor interno generado por la gravedad sea suficiente para separar en el magma los elementos pesados (que son los metales) que se deslizan hacia el centro para formar el núcleo, de los elementos ligeros (las rocas) que quedan flotando sobre el magma para formar el manto superficial.
 

“Curiosidades del Sistema Solar”, de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.

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