(AZprensa) En los confines de nuestro sistema solar, sólo
superado por Plutón (que no cuenta con unanimidad a la hora de considerarlo o
no como planeta), se encuentra Neptuno, a una distancia de 4.500 millones de
kilómetros del Sol y 4.350 millones de kilómetros de la Tierra. Es el cuarto
planeta más grande, con un diámetro de 49.572 Km. y es el tercero más denso.
La inclinación de su eje es de 1,7º y su órbita es muy
excéntrica, tanto que en el año 1979 sobrepasó la órbita de Plutón durante 20
años, algo que no volverá a suceder hasta el siglo XXIII. Su órbita alrededor
del Sol le supone 164 años y 288 días, aunque el día allí es mucho más corto
que en la Tierra, sólo 16 horas y 6 minutos. El enorme recorrido de su órbita
hace que las estaciones duren 40 años cada una. Tiene 14 satélites y un sistema
de 9 anillos, más delgados y por consiguiente menos visibles que los de los
otros planetas que los poseen, ya que además están formados por un material
menos reflectante. Es el planeta de nuestro sistema solar menos visitado por
las sondas espaciales.
La gravedad en Neptuno es algo superior a la de nuestro
planeta; 100 Kg. en la Tierra pesarían 113,3 Kg. en Neptuno. Es, por otra
parte, uno de los planetas más fríos, con una temperatura que se mantiene a
-220º C todo el año. Esta temperatura es similar a la de Urano, a pesar de
encontrarse mucho más lejos del Sol que aquél; baste decir que Neptuno está
1.630 millones de Km. más lejos del Sol que Urano, es decir, entre Urano y
Neptuno hay casi la misma distancia una distancia que entre el Sol y Saturno.
La razón de que no esté más frío es desconocida, aunque se cree que tiene una
fuente de calor interna.
Neptuno tiene una atmósfera de hidrógeno (84%) y helio
(12%) pero, a diferencia de Júpiter y
Saturno, también tiene metano (2%) y
diversos hidrocarburos. Las nubes de metano (como en Urano) absorben el rojo y
dan un color azul verdoso a la capa nubosa visible de este planeta. Estas capas
gaseosas de metano, agua y amoníaco, descienden primero en estado líquido y
después, debido a la alta presión que deben soportar, se convierten en hielo.
Para hacernos una idea de las presiones que se soportan en este planeta,
diremos que a un 20% de distancia del núcleo, la presión en 100.000 veces mayor
de la que tenemos en la Tierra.
El núcleo rocoso contiene sílice, níquel y hierro,
mezclado en una masa caliente que se estima entre 1.700 y 4.700º C. Sobre este
núcleo se sospecha que hay una capa de hidrógeno líquido y sobre él un manto
formado por agua, amoniaco y metano congelados en parte. Sobre este manto hay
una atmósfera compuesta por hidrógeno, helio y metano que supone entre el 5 y
el 10% de la masa del planeta, y sobre esta una segunda capa de atmósfera en
donde se encuentran numerosas nubes a una temperatura de –218º C. Curiosamente
en el Polo Sur, la temperatura es más elevada, situándose en –190º C debido a
la inclinación del eje del planeta que lo ha tenido más expuesto al Sol durante
los últimos años.
Pero también resulta sorprendente que algunas mediciones
de la termosfera (la capa inferior de la exosfera, cuyo equivalente en la
Tierra sería la capa existente entre los 80 y 500 Km. de altitud) alcanza
temperaturas de 476º C, algo difícil de explicar y que se supone puede deberse
a la interacción de iones con el campo magnético y/o a ondas de gravedad que
suben hacia estas capas altas de la atmósfera.
La meteorología en Neptuno es muy dinámica y los vientos
de su atmósfera son más rápidos que en cualquier otro planeta, alcanzando los
2.000 kilómetros por hora, de velocidad, seguramente influidos por el contraste
entre la fuente de calor interna y las nubes frías del exterior. Otra
característica especial es que estas
nubes giran de forma retrógrada, es decir, en sentido contrario al de la
rotación del planeta.
A 50 Km. por encima de la capa azul de nubes, se distinguen
en su superficie algunas nubes blancas, similares a los cirros terrestres, pero
que aquí están compuestas por cristales de metano. Estas nubes tienen una
anchura que puede oscilar entre los 50 y 200 Km. de anchura y algunas de ellas
dan la vuelta completa al planeta en sólo 16 horas.
Al igual que Júpiter, Neptuno tiene también algunas
manchas, sólo que aquí aparecen y desaparecen, por lo que debe tratarse de
agujeros en su atmósfera, con vientos de 2.000 Km. (las velocidades más altas
detectadas en nuestro sistema solar) formando un sistema gigantesco de
tormentas, alguno de ellos del tamaño de nuestro propio planeta. En cuanto a su
color, refleja un azul intenso por la cantidad de helio que contiene,
divisándose sobre su superficie las nubes y tormentas que reflejan una
metereología muy dinámica.
Si bien no está comprobado, hay algunas teorías curiosas
respecto a Neptuno y, aun siendo diferentes, las dos coinciden en señalar la
posible abundancia de diamantes. En un caso se especula con que en las
profundidades del planeta (a 7.000 Km. de profundidad) debido a las elevadas
presiones, el metano se descomponga en cristales de diamante que van cayendo al
interior. En otro caso, se habla de que a esas profundidades son los átomos de
carbono los que se combinen en cristales generando calor en ese proceso y dando
como resultado una auténtica lluvia de diamantes. ¿Será verdad? En cualquier
caso queda fuera de toda posibilidad hacerse con ellos.
Al igual que Júpiter, Saturno y Urano, Neptuno también tiene
anillos, en este caso más parecidos a los de Júpiter pero más delgados y
oscuros. Hay tres de ellos claramente visibles, situados a 63.000 Km. el más
exterior, a 53.000 Km. el intermedio y a 42.000 Km. el más interior y más
ancho, pero hay muchos otros anillos mucho más pequeños y una gran lámina muy
fina de material que se extiende hacia el interior.
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