Pero todo esto era en cuanto a comunicación externa porque
en lo que se refiere a la comunicación interna, tal como ya he comentado otras
veces, esta se encontraba en pañales. Por eso una de mis metas era la de
mejorar este área y para ello tenía que borrar del mapa aquél boletín que no
interesaba a nadie. Y el primer paso fue cargarme aquél engendro de boletín y
crear una revista trimestral que mantuvo simplemente la cabecera “Noticias”
añadiéndole “del grupo Zéneca” ya que en la misma se informaría de todo el
grupo no solo del negocio de farmacia.
El grupo ICI en España contaba con una revista trimestral,
editada desde su central en España en Barcelona, aunque al no disponer de
ningún experto en comunicación encargaban a un gabinete externo su realización
tanto de contenidos como de diseño e impresión. La revista, en formato DIN A4
estaba lujosamente editada, a todo color, con alguna noticia y sobre todo con
muchos e interesantes reportajes sobre los productos de ICI los cuales podían
encontrarse hasta en los lugares más insólitos de nuestra vida cotidiana
(envases de bebidas, barnices de las puertas y suelos, pinturas de las paredes,
prendas de vestir, medias, pelotas de tenis, cintas de video, colorantes como
el azul de los vaqueros –un color precisamente descubierto y desarrollado por
ICI-, productos para el tratamiento del cuero, semillas, productos
fitosanitarios para proteger la sanidad de los cultivos y que los alimentos
lleguen sanos al consumidor, raticidas, semillas, medicamentos...). Como ahora
el nuevo grupo Séneca era independiente de ICI decidí crear a imagen y
semejanza de la anterior, una nueva revista trimestral que se llamó “Noticias
del grupo Zéneca”. Como responsable unipersonal de la comunicación, la revista
estaba íntegramente escrita por mí y era mi entera responsabilidad hacer la
selección de artículos reportajes, entrevistas, etc.
La nueva revista “Noticias” se editó durante 10 trimestres
en donde se recogían noticias, entrevistas, reportajes... todo tipo de
informaciones de interés para los empleados porque era producto enteramente
mío, sin ningún tipo de injerencia. Tanto era así, que no sólo era asunto
exclusivamente mío la selección de temas y redacción de los mismos, sino que
nadie veía los textos hasta que la revista ya impresa se repartía a todos los
empleados. Y no solo eso, porque al tratarse de un producto periodístico, en
vez de un panfleto publicitario, y estaba editada a todo color y maquetada por
profesionales, la revista la enviaba a todas las empresas del grupo, a la
central y a mi listado habitual de periodistas. Habíamos pasado de tener una
“hoja parroquial” (en el sentido más despectivo posible de este término) a
tener una revista de la que podían enorgullecerse todos los empleados y podía
mostrarse con satisfacción a cualquier persona ajena a la compañía, porque
también para las personas ajenas había en esta revista noticias y reportajes de
interés.
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