Según Luchy Casal, periodista que durante un tiempo atendió
el “Teléfono de la jaqueca” el tipo más habitual de llamadas a este tipo de
líneas “es de personas a quienes no les ha ido bien el tratamiento que les ha
puesto el médico y, en vez de volver a la consulta para decirlo, han dejado de
tomarlo y han preferido automedicarse”.
De vez en cuando, y con todas las reservas y miedos que los
laboratorios farmacéuticos muestran a la hora de contactar directamente con el
público, surgen este tipo de iniciativas que ayudan a los pacientes a conocer
mejor su enfermedad. Por ejemplo, en el citado “Teléfono de la jaqueca” sobre
el que se realizó un reportaje para TeleMadrid a cargo del periodista
especializado en salud, Alipio Gutiérrez, se ofrecían consejos a todos los
pacientes que tenían dolor de cabeza o simplemente querían saber si padecían o
no migraña. DE igual forma, las personas con migraña acudían a este servicio
telefónico para saber qué clase de alimentos pueden o no tomar, cuando
consultar al médico, etc.
A pesar de las reticencias de las Autoridades Sanitarias que
ven en estas prácticas una “publicidad encubierta” (lo cual es falso puesto que
el laboratorio se cuida muy mucho de no citar marcas comerciales y sí en cambio
dar consejos para la prevención o para la consulta al médico) o de los propios
médicos que consideran esto como “una intromisión” (lo cual es falso porque no
solo se le remiten a ellos los pacientes sino que se les remiten con más
conocimiento y formación sobre su dolencia), estos teléfonos de ayuda son de
gran utilidad y aceptación por los pacientes.
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