Cuando los congresos médicos estaban en todo su esplendor y
los laboratorios farmacéuticos corrían con todos los gastos y con toda la
responsabilidad de su organización, eran frecuentes las largas colas de médicos
frente a los stands no sólo para recoger los clásicos “regalitos” que se les
ofrecían (pequeños obsequios como calculadoras, bolígrafos, agendas, etc.) sino
también para informarse sobre las últimas novedades.
Ayer, como hoy, sin los laboratorios farmacéuticos no es
posible la formación médica continuada, puesto que ni los centros sanitarios
para los que trabajan los médicos ni los propios médicos, están dispuestos a
pagar cursos de formación. Es gracias a los laboratorios, que organizan y pagan
estos cursos, o bien los patrocinan, que los médicos pueden estar siempre al
día en cuanto a los últimos avances de la medicina. Otro cantar es que la
sociedad no es consciente de este importante papel que juegan los laboratorios
e incluso los Gobiernos les ponen todo tipo de trabas en un ejercicio de total
demagogia, creyéndose ellos los únicos “imparciales y asépticos” y tachando de
“parciales” e “inductores de consumo y derroche farmacéutico” a los
laboratorios.
En uno de los primeros números de la revista “30 días” que
puse en marcha en el año 1999 (revista que apenas unos meses después se
transformó en la longeva y exitosa “Información al Día”) informaba, por
ejemplo, de los más de 400 urólogos que se inscribieron en el curso
“International Urology Course”, celebrado en Barcelona. Como no podía ser de
otra forma, un laboratorio líder en Urología, como Zéneca, estaba presente en
el mismo para dar a conocer a estos especialistas su antiandrógeno Casodex
(bicalutamida) para el cáncer de próstata.
Sin la ayuda de los laboratorios que patrocinaron este
encuentro internacional, los urólogos no hubieran podido asistir a este
encuentro ni actualizar, en consonancia, sus conocimientos.
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