Al frente de ese Gabinete de Prensa “unipersonal” que había
montado, comencé a buscar informaciones en la empresa, tanto a nivel nacional
como internacional, descubriendo para sorpresa mía que cuanto más buscaba más
encontraba: Zéneca era un laboratorio investigador con una sede central que no
paraba de generar asuntos noticiables. Elaboré un listado de periodistas,
establecí los contactos personales necesarios con todos ellos y comencé a
enviar regularmente notas de prensa.
Esos primeros contactos personales se encontraron de todo.
En un extremo, medios de comunicación generales como Expansión, Cinco Días, La
Gaceta, Diario Médico... que se alegraron de tener al otro lado un especialista
en comunicación que hablaba su mismo lenguaje y constituía un enlace siempre
disponible para cuantas consultas quisiesen ellos realizar. Periodistas como
Lucía Cecilia, Toni Garganté, Francisco J. Fernández, etc., se convirtieron en
mis primeros y habituales interlocutores. En el otro extremo, había medios como
la editorial médica Edimsa, a cuyo dueño conocía de mis tiempos en los
anteriores laboratorios. Para él, la publicación de noticias de laboratorios en
sus revistas era la forma que tenía de “agradecer” el pago de páginas de
publicidad o del encargo de la edición de libros, y por lo tanto no veía muy
clara cuál era mi posición porque sólo entendía de contrapartidas a cambio de
dinero. Pero yo no estaba por esa labor. La publicidad era cosa de marketing
que debía regirse por principios de impacto y rentabilidad, y lo mío era el
“periodismo” que debía regirse exclusivamente por criterios de “interés
informativo para los lectores”.
Como ejemplo de ambos extremos, sólo había que echar un
vistazo a las noticias que publicaban unos y otros tras la recepción de una
nota de prensa. Los primeros cambiaban tanto el titular como el texto de la
información para dar la noticia cada uno a su manera. Los segundos, publicaban
la nota de prensa tal cual, sin cambiar ni una sola nota e incluso manteniendo
los símbolos de copyright que acompañaba a la marca del producto, la cual iba en
mayúsculas y se repetía muchas veces. Era evidente que cualquier lector que
leyese las noticias de empresa de Cinco Días, Diario Médico, etc, creería lo
que allí se decía, mientras que aquél que “viese” las noticias publicadas en
revistas como “Noticias Médicas” ni siquiera las leería porque a simple vista
se apreciaba que eran “anuncios” con forma de noticia.
1 comentario:
Querido Vicente: curiosa foto! :) Un placer leerte
Un abrazo
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