Unos 360 millones de personas en todo el mundo sufren pérdida
auditiva moderada o severa, según la Organización Mundial de la Salud.
Debido al envejecimiento de la población y el gran impacto que tiene esta
patología entre los mayores de 65 años,
el número de afectados seguirá creciendo.
Isabel Varela-Nieto (en la imagen junto a otros
investigadores), del Instituto de Investigaciones Biomédicas
Alberto Sols (CSIC-UAM), estudiar el
funcionamiento del oído y sus alteraciones, y reclama una mayor visibilidad
social de este problema, alertando sobre los peligros de someter a nuestro
tímpano a demasiados decibelios.
¿Hay cada vez más sordos?
Hay predicciones sobre cómo la
exposición al ruido adelantará la edad de aparición de la presbiacusia (pérdida
de la audición asociada al envejecimiento). Ahora entre un 40-50% de la
población mayor de 65 años se ve afectada, pero dentro de poco hablaremos de
los 40 o 50 años, porque esa intensidad de volumen causa daños. El oído es un
órgano de comunicación y también de alerta, pero no está diseñado para recibir
100 decibelios dentro del tímpano.
Igual
que hablamos de hipoacusia, ¿existe algo parecido a la hiperacusia?
Existe
y es un problema muy grave. La hiperacusia hace que la persona oiga sonidos que
no existen y sin embargo siguen en su oído porque lo ha hiperactivado. Es como
si el sistema no fuera capaz de desconectarse. Hay gente que convive bien con
ello y otra que se desespera. La hiperacusia (que también se llama tinnitus) a
menudo aparece antes de perder la audición. Hasta hace poco era bastante
ignorado, pero en países como EEUU e Inglaterra han surgido asociaciones de
afectados que están dándole visibilidad en los medios y en la sociedad en
general.
¿Es irreversible la pérdida auditiva?
Sí, prácticamente el único tratamiento son las prótesis y aparatos de
ayuda auditiva, pero no disponemos de un medicamento que la cure. Cuando la
pérdida es tan grave que te incomunica se interviene con estos aparatos, pero en
los estadios intermedios no tienes ninguna posibilidad de tratarte. Hay que
hacer hincapié en que no es trivial quedarse sordo. Te aíslas de tu familia,
amigos, compañeros de trabajo... Y también de la música, la televisión o la
radio.
¿A qué se debe esa irreversibilidad?
La irreversibilidad se debe a que no podemos regenerar las células y
neuronas implicadas en la audición. Por eso la pérdida de oído es la
discapacidad que tiene más impacto durante el envejecimiento. Se nace con una
dotación de células ciliadas -las encargadas de percibir las ondas del sonido-
y cuando las vas perdiendo no las recuperas. Puedes perderlas lentamente, con
el envejecimiento, o más rápidamente porque tengas un problema genético o estés
expuesto a un ruido excesivo. En los mamíferos las células ciliadas tienen un
tiempo definido de vida y cuando se mueren no son sustituidas. En las aves y
los reptiles viven menos tiempo pero a cambio tienen un sistema que les permite
regenerarlas. Estudios científicos han identificado algunas de las claves
moleculares de la regeneración y se están testando en mamíferos. La esperanza
es que a largo plazo pudieran utilizarse para curar personas.
¿Y los implantes cocleares?
Los implantes tienen microelectrodos que reconocen el sonido y mandan
la información a las neuronas para que estas se la trasladen al cerebro, es
decir, sustituyen a las células ciliadas. El problema es que ese mecanismo no
es tan perfecto como el que tenemos de manera natural. El sonido tiene tonos,
timbres, frecuencias, intensidades... Toda esta información tan rica no puede
ser transmitida con la misma fidelidad por los implantes.
“Lecturas diferentes”:
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