No es de hoy
pero vale la pena traerlo de nuevo a la actualidad: “Cualquier compañía soñaría
con tener un producto capaz de mejorar al fármaco más vendido del mundo. Pues
nosotros lo tenemos”. Esta frase la pronunció el director ejecutivo de
AstraZéneca, Tom McKillop, el 24 de febrero del año 2000. El marco: el
Conference Forum de Londres. Asistentes: 80 periodistas de todo el mundo, entre
ellos Lucía Cecilia (La Gaceta), Antonio González (Europa Press), Rubén
Esteller (La Razón), Miguel Madrid (Diario Médico) y Luchy Casal (AZprensa).
En aquella
conferencia de prensa para presentar los resultados anuales, se destacó cómo
Losec (omeprazol) había alcanzado unas ventas de 5.900 millones de dólares y,
lejos de desplomarse sus ventas por la irrupción de copias y genéricos, estas
se habían mantenido estabilizadas al tiempo que la compañía defendía con uñas y
dientes los derechos de exclusividad de patente en todos aquellos mercados en
los que aún cabía esa posibilidad. Pero las palabras de McKillop apuntaban a su
digno sucesor, Nexium (esomeprazol), dispuesto a tomar el relevo. ¿Quién mejor
–se decían- que la propia compañía que investigó, descubrió, desarrolló y
comercializó el omeprazol, para encontrarle un sustituto que lo mejorara?
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