martes, 4 de octubre de 2016

Cada vez más personas padecen urticaria crónica

(AZprensa) La urticaria crónica afecta al uno por ciento de las personas (más de 300.000 en España) y hasta un 40% de las mismas padecen además angioedema o hinchazón de las capas profundas de la piel, unos síntomas que pueden durar desde unas pocas semanas a varios años. Aunque todavía sigue siendo una gran desconocida de la población, la urticaria crónica está aumentando de forma notable en la última década, según lo reflejan distintos estudios epidemiológicos, tal como explica el Dr. Joaquín Sastre, presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), quien reconoce que esta es una de las enfermedades más difíciles de tratar ya que “no existen unos desencadenantes claros de los brotes, lo que hace que su aparición sea prácticamente imposible de prevenir”.

La urticaria crónica es una afección cutánea grave caracterizada por la aparición espontánea de ronchas o habones en la piel con enrojecimiento, hinchazón, prurito y, a veces, dolor, que afecta profundamente a la calidad de vida de quienes la padecen, tanto a nivel físico como psicológico.

Según explica la Dra. Dra. Ana Giménez Arnau, presidenta del Comité Científico de la Asociación de Afectados de Urticaria Crónica (AAUC) “lo imprevisible, además de las crisis de angioedema, es la cantidad de habones o la posición de los mismos, que puede ser muy variable afectando cualquier zona corporal”, por ello recomienda acudir lo antes posible al dermatólogo. Pero el paciente no deberá salir de la consulta a los pocos minutos con una receta bajo el brazo, sino que “es necesario que el especialista explique al afectado cuáles serán sus pautas, para que este entienda cómo cuidarse. Esto quiere decir que es primordial educar al paciente en la realidad de lo que son sus brotes de urticaria”.

“El picor interfiere mucho en la vida diaria y el sueño, y a esto acompañan las crisis de angioedema, imprevisibles y que provocan la hinchazón de partes del cuerpo como los ojos o los labios. Se trata de un signo especialmente visible y aparatoso desde un punto de vista estético, que incapacita al paciente y limita su día a día”, concluye esta especialista.

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