(AZprensa)
El párkinson es una enfermedad neurodegenerativa, crónica e invalidante que
afecta a más de 160.000 familias en España. Se trata de una patología compleja
que cursa síntomas motores (temblor, rigidez, dificultad para caminar) y no
motores (alteraciones del sueño, deterioro cognitivo, pérdida de equilibro) y
que suelen aumentar en número y gravedad con la progresión de la enfermedad, lo
que genera serias dificultades en la vida cotidiana de las personas con
párkinson y sus cuidadores. Según datos del estudio ÉPOCA, en los primeros
cinco años de diagnóstico el 51% de las personas con enfermedad de Parkinson
requieren de un cuidador; pasados los 10 años de diagnóstico, el porcentaje
asciende al 80%. Se estima, por tanto, que entre un 24% y un 53% de las
personas con párkinson son dependientes.
“Sabemos
que el requerimiento de ayuda para las actividades de vida diaria, la presencia
de fluctuaciones motoras con un 25 % del tiempo de vigilia en ‘off’ durante los
cuales existe limitación para realizar actividades básicas aunque el paciente
no requiera de ayuda, disfagia severa, las caídas recurrentes y la demencia,
son factores que los neurológos debemos tener presente como definitivos para
establecer el diagnóstico de EPA”, ha explicado el doctor Jaime Kulisevsky,
neurólogo del Hospita Santa Creu y Sant Pau (Barcelona).
Otros
factores indicativos pero no defintorios son el tiempo de evolución de la
enfermedad de Parkinson de 10 años o más, la limitación para realizar
actividades básicas, aunque no requiera ayuda, discapacidad funcional por
discinesias durante al menos un 25% del tiempo “on” o bloqueos de la marcha,
entre otros.
En
cuanto a tratamiento, la enfermedad de Parkinson no tiene cura pero existen
varios tratamientos y estrategias terapéuticas eficaces que ayudan a controlar
los síntomas, y a mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedad de
Parkinson. Para ese control de los síntomas y avance en su calidad de vida, las
personas afectadas necesitan un abordaje integral que se complemente con
terapias rehabilitadoras específicas como fisioterapia, logopedia, terapia
ocupacional, etc., que se van adaptando a sus necesidades en función de la
progresión de la enfermedad.
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