jueves, 31 de octubre de 2019

El bruxismo también afecta a los niños


(AZprensa) El bruxismo es un trastorno dental cada vez más frecuente que afecta a más de un 20% de la población, incluyendo a los niños. Se trata de una parafunción donde la mandíbula realiza movimientos no funcionales durante el día y/o la noche de forma voluntaria o involuntaria produciendo un apretamiento o rechinamiento de los dientes.

En el caso de los niños, ocurre de forma frecuente durante el desarrollo de la dentición y normalmente desaparece por sí solo en el momento en el que salen los dientes permanentes. Se trata de un proceso fisiológico normal, una manera natural de estimular la formación muscular y ósea facial y desarrollar la dentición. Según la Sociedad Española de Ortopedia (SEDO), se estima que alrededor de un 80% de los niños manifiesta en algún momento síntomas de bruxismo a lo largo de su infancia, pero que la mayoría de estos casos desaparece con el recambio dental.

En cuanto a las causas que pueden provocar el bruxismo se pueden destacar las siguientes:

-Causas psicológicas: relacionadas con aquellos trastornos o alteraciones que pueden desencadenar tensión emocional o estrés en los niños. Dentro de este tipo podemos hablar de pequeños que tienen hiperactividad que, además de estar activos durante el día, en la noche no cesa y aprietan y rechinan sus dientes. En este supuesto, la ansiedad, tanto en niños como en mayores es una de las causas más frecuentes de bruxismo.

-Causas físicas: como dolor de cabeza, dolor de oídos (que se puede confundir con las comunes otitis infantiles), la aparición de nuevos dientes, caída de los dientes de leche que dan nueva forma a la estructura bucal, o una mala posición de los dientes que interfiera en la forma de cerrar la mandíbula.

-Causas odontontológicas: debidas a maloclusiones, discrepancias oclusales y/o restauraciones defectuosas.

Aunque el bruxismo hay veces que no produce efectos secundarios, otras puede provocar alteraciones en los dientes y sus tejidos de sostén, los músculos masticatorios y las articulaciones temporomandibulares.

El tratamiento estará en función de la edad. Si el niño es muy pequeño se le puede colocar una pequeña placa de plástico que recubra los dientes superiores para que no se desgasten si se aprietan o rechinan. Estas férulas, por una parte disminuyen las fuerzas parafuncionales y, por otra, distribuyen dichas fuerzas, con lo que se protege el sistema masticatorio y reduce la carga en la articulación temporomandibular.

Más adelante, si el bruxismo persiste y en caso de que se deba a una mala mordida, sería necesario realizar un tratamiento de ortodoncia para mejorar la oclusión u ortopedia dentofacial en otros casos.

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