martes, 29 de octubre de 2019

Urano y Neptuno, los gigantes desconocidos


(AZprensa) De todos los planetas de nuestro sistema solar, resulta que los más desconocidos son dos gigantes: Urano y Neptuno. Los diferentes programas espaciales nos han permitido ver de cerca y conocer muchos detalles de gigantes como Júpiter y Saturno, pero también ver y conocer muy de cerca pequeños planetas como el lejano Plutón, y sin embargo, Urano (imagen superior) y Neptuno (imagen inferior), más cercanos que Plutón, siguen siendo unos desconocidos.

Los científicos saben que tanto Urano como Neptuno albergan un manto de agua, amoníaco y metano helado, mientras que sus atmósferas se componen de hidrógeno molecular, helio y gas metano. Sin embargo, existen diferencias en estos fríos mundos jovianos externos.

A medida que las temperaturas caen por debajo de -333.7 grados Fahrenheit, el gas amoníaco se congela en cristales de hielo y cae fuera de las atmósferas de ambos planetas. El metano, un gas de color azul, se vuelve dominante. Si bien el contenido de metano en la atmósfera es similar en ambos planetas, se ven diferentes. Urano aparece como un azul verdoso nebuloso, mientras que Neptuno adquiere un color azul mucho más profundo. Se cree que algunos componentes atmosféricos desconocidos contribuyen al color azul más profundo de Neptuno.

Además, Urano carece de calor interno. En consecuencia, sus nubes son frías y no se ondulan por encima de la capa superior de neblina. Neptuno, por otro lado, irradia tanta energía como recibe del Sol. Esta energía interna le da a Neptuno una atmósfera activa y dinámica, que se distingue por cinturones oscuros y nubes brillantes de hielo de metano y tormentas ciclónicas.

Para aprobar esta asignatura pendiente, un equipo de científicos de la NASA está preparando una nueva misión que llevará a Urano y Neptuno los instrumentos científicos (entre ellos un radiómetro de nueva generación), capaces de averiguar por qué y dónde se produce el calentamiento y el enfriamiento en la atmósfera de estos planetas y cuáles son sus fuentes de calor tanto internas como solares. Las sondas así equipadas, acabarán su vida –tal como hicieron sus predecesoras en los casos de Júpiter y Saturno- sumergiéndose de forma suicida en las atmósferas de Urano y Neptuno.

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