viernes, 17 de septiembre de 2021

La caja de grillos y el COVID-19

(AZprensa) Al igual que aún hay muchas personas que no saben qué son los virus y puedes verlas paseando por el parque con la mascarilla puesta aunque no haya ningún ser humano en decenas de metros a su alrededor, también hay muchas personas que desconocen que los test del coronavirus tienen un porcentaje de fallos altísimo. Para estos últimos se me ha ocurrido contarles una anécdota para que entiendan perfectamente qué es lo que está pasando…
 
Cuando era niño y vivía en el campo, me fui un día a cazar grillos. Capturé cinco ejemplares y los metí en una cajita de cartón, a la espera de poder conseguir al día siguiente las correspondientes jaulas de grillos en donde ubicarlos, con sus correspondientes ramilletes de alfalfa para que amenizasen mis oídos con sus cantos por las noches.
 
A la mañana siguiente, ya estaba dispuesto a trasladarlos a sus jaulas, así que abrí con cuidado la caja para irlos cogiendo, pero… no salió ninguno. Incliné la caja para forzarlos a salir y una oleada de asombro y terror se adueñó de mi rostro: lo que salió de la caja fue un montón de trozos de grillos. Encerrados allí durante toda la noche, se habían peleado unos con otros hasta morir todos ellos despedazados mutuamente. No había, pues, ningún grillo, sólo trozos de grillos muertos.
 
Pues eso mismo pasa con los test del COVID-19. Si bien es cierto que sirven para descubrir si alguien está infectado o no, su fiabilidad es muy relativa y su número de errores muy elevado. Si el test encuentra trazas del virus (es decir, trozos inactivos del virus, tal como me sucedió al vaciar la caja de los grillos) entonces el test da positivo. Pero ese positivo no es real, porque esa persona a la que detectan esas trazas de virus ni está infectada ni puede contagiar a nadie.
 
Lo que pasa es que a los poderes públicos les interesa que haya muchas personas que den positivo para seguir teniendo dominada bajo el yugo del miedo a la población y así hacer deshacer a su antojo y avanzar en la implantación de la “nueva normalidad” (élite millonaria y masas aborregadas, temerosas, empobrecidas, pero felices porque el Estado cuida de su salud).
 

“Diario de caos”, un libro que a los poderes públicos y económicos no les gustaría que leyeras porque te haría pensar y eso… es peligroso (para ellos, claro).
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