(AZprensa) Al igual que aún hay muchas personas que no
saben qué son los virus y puedes verlas paseando por el parque con la
mascarilla puesta aunque no haya ningún ser humano en decenas de metros a su
alrededor, también hay muchas personas que desconocen que los test del coronavirus
tienen un porcentaje de fallos altísimo. Para estos últimos se me ha ocurrido
contarles una anécdota para que entiendan perfectamente qué es lo que está
pasando…
Cuando era niño y vivía en el campo, me fui un día a
cazar grillos. Capturé cinco ejemplares y los metí en una cajita de cartón, a
la espera de poder conseguir al día siguiente las correspondientes jaulas de
grillos en donde ubicarlos, con sus correspondientes ramilletes de alfalfa para
que amenizasen mis oídos con sus cantos por las noches.
A la mañana siguiente, ya estaba dispuesto a trasladarlos
a sus jaulas, así que abrí con cuidado la caja para irlos cogiendo, pero… no
salió ninguno. Incliné la caja para forzarlos a salir y una oleada de asombro y
terror se adueñó de mi rostro: lo que salió de la caja fue un montón de trozos
de grillos. Encerrados allí durante toda la noche, se habían peleado unos con
otros hasta morir todos ellos despedazados mutuamente. No había, pues, ningún
grillo, sólo trozos de grillos muertos.
Pues eso mismo pasa con los test del COVID-19. Si bien es
cierto que sirven para descubrir si alguien está infectado o no, su fiabilidad
es muy relativa y su número de errores muy elevado. Si el test encuentra trazas
del virus (es decir, trozos inactivos del virus, tal como me sucedió al vaciar
la caja de los grillos) entonces el test da positivo. Pero ese positivo no es
real, porque esa persona a la que detectan esas trazas de virus ni está
infectada ni puede contagiar a nadie.
Lo que pasa es que a los poderes públicos les interesa
que haya muchas personas que den positivo para seguir teniendo dominada bajo el
yugo del miedo a la población y así hacer deshacer a su antojo y avanzar en la
implantación de la “nueva normalidad” (élite millonaria y masas aborregadas, temerosas,
empobrecidas, pero felices porque el Estado cuida de su salud).
“Diario de caos”, un libro que a los poderes públicos y económicos no les gustaría que leyeras porque te haría pensar y eso… es peligroso (para ellos, claro).
Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.
Más información: https://amzn.to/3eJqYd8
“Diario de caos”, un libro que a los poderes públicos y económicos no les gustaría que leyeras porque te haría pensar y eso… es peligroso (para ellos, claro).
Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.
Más información: https://amzn.to/3eJqYd8
No hay comentarios:
Publicar un comentario