(AZprensa) Seguro que tú has tenido varios
profesores de inglés a lo largo de tu vida, pero estoy seguro también que nunca
has visto a ninguno de ellos salir en televisión en calzoncillos. Pues yo sí.
Esta es la historia…
Con objeto
de seguir perfeccionando mi inglés, decidí buscar un profesor particular para
practicar conversación. Un buen día encontré pegado a una farola un anuncio de
un profesor de inglés del barrio para dar clases particulares. Lo llamé y se
presentó ante mí un joven de casi dos metros de altura, complexión atlética,
guapísimo, que hablaba español con acento extranjero y que estaba dispuesto a
darme esas clases tal como yo quería (es decir, sólo conversación, nada de
gramática ni rollos de esos) a un precio razonable. Se llamaba Ulf Victor y el
primer día de clase todo fue normal, pero al segundo día surgió la pregunta que
debía haber hecho antes de contratarlo: “¿De dónde eres?”. Él me respondió que
era noruego, que Ulf significaba “lobo” y que llevaba unos años en Madrid y
trabajaba como modelo, pero lo compaginaba con dar clases de inglés (idioma que
dominaba a la perfección, tanto que yo había creído al conocerlo que era
inglés) ya que el trabajo de modelo era muy irregular y tan pronto tenía trabajo
como se pasaba una temporada en blanco. Al escuchar la palabra “Noruega” se
cambió mi chip interior, de repente ya no tenía ganas de mejorar mi inglés, lo
que de verdad quería era aprender noruego puesto que ese era mi país favorito,
al que ya había ido en una ocasión y estaba deseando volver. Además, para
aprender noruego podíamos utilizar el inglés como idioma auxiliar, de tal forma
que nunca se pronunciase una palabra en español durante las clases; de esa
forma mataríamos dos pájaros de un tiro: practicar inglés y aprender noruego.
Ulf Victor
se sorprendió gratamente y se mostró encantado de darme esas clases, y así fue
durante varios meses en que –efectivamente- perfeccioné mi inglés y aprendí
cuatro cosas de noruego, pero sobre todo, lo más importante: me lo pasé bien
porque todo giraba en torno a Noruega, sus costumbres, su historia, sus
ciudades, etc.
Poco después
de dar por finalizadas aquellas clases, estaba un día haciendo cualquier cosa
en otra habitación de la casa cuando oí que me llamaban del salón diciendo:
“¡Mira, tu profesor está en la tele!”. Fui corriendo hasta el salón, miré la
televisión y sí, efectivamente era mi profesor Ulf Victor que estaba… ¡en
calzoncillos! Bueno, todo aquello tenía una explicación lógica: se trataba de
un pase de modelos de ropa interior masculina. Así pude comprobar cómo él
seguía con su trabajo de modelo y cómo las mujeres de mi casa no despegaban los
ojos del televisor.
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