viernes, 24 de septiembre de 2021

Los viernes, despido

(AZprensa) En este cada vez más inhumano mundo de las empresas se ha vuelto una costumbre eso de despedir a los trabajadores en viernes. Podían despedirlos cualquier otro día de la semana, pero siempre prefieren hacerlo en viernes y además a última hora de la jornada laboral. ¿Por qué? En su prepotencia se creen que haciéndolo así, los despedidos no tendrán tiempo de contarle sus penas a los demás compañeros poniendo de vuelta y media a la empresa y a sus directivos. Piensan –erróneamente- que así los despedidos pasarán desapercibidos y que el resto de la plantilla no se enterará.
 
La realidad es muy distinta, porque cualquier trabajador despedido siempre encontrará el medio de ponerse en contacto con sus compañeros y transmitirles lo que ha pasado. La plantilla conocerá, pues, los hechos y no sólo eso, sino también que la empresa ha querido taparlo todo lo posible haciéndolo en viernes y a última hora.
 
Las empresas que obran así –cada vez son más- pierden credibilidad ante sus empleados, pierden el afecto y el “orgullo de pertenencia” de los restantes empleados, y lanzan un torpedo a la línea de flotación de toda la fuerza laboral haciendo volar por los aires lo más valioso en cualquier trabajador: la motivación.
 
Cuando un empleado está motivado, no solo porque recibe un salario acorde a su puesto y a sus merecimientos, sino porque la empresa lo mantiene siempre informado con total transparencia y proactividad, lo escucha, fomenta la iniciativa personal, premia los aciertos y no penaliza los errores, sabe delegar, le ayuda en su formación, le da las herramientas necesarias para que llegue sus objetivos, etc., entonces ese empleado trabajará más y mejor, y la empresa será finalmente la principal beneficiaria.
 
Pero no, los grandes directivos siguen encerrados en su torre de marfil, alejados de la realidad que viven sus empleados, rodeados tan sólo de su cohorte de aduladores, pendientes tan solo de obtener todos los beneficios económicos y sociales que puedan conseguir de la empresa, considerando a los empleados como simples números que pueden mover o eliminar de un plumazo sin sentir el más mínimo remordimiento y sin comprender que son los empleados quienes de verdad hacen que funcione y prospere una empresa a pesar de la ineptitud de quienes les dirigen.
 
PD.- Como en todo en la vida, siempre hay excepciones, pero esta es la norma general.
 

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