viernes, 1 de abril de 2022

Ardor y reflujo: Hay que dar lo mejor desde el principio

(AZprensa) Aunque entre los profesionales sanitarios la ERGE es una enfermedad común, para el público general aún no ha calado este nombre, por lo que hay que explicarles que nos referimos a la “enfermedad por reflujo gastroesofágico”, es decir, a la enfermedad que curso con ardor de estómago y reflujo, esas bocanadas de líquido que suben de vez en cuando desde el estómago hasta la boca y que, por su contenido ácido además dañan el esófago.
 
Hay médicos que prefieren instaurar un tratamiento con algún producto poco potente y si no se consigue controlar la enfermedad, pasar después a otro con mayor potencia. Hay otros, sin embargo, como los doctores Juan Vicente Esplugues, catedrático de farmacología de la universidad de Valencia, y Julio Ponce, del servicio de medicina digestiva del hospital La Fe, de Valencia, que optan por lo contrario: dar el producto más eficaz desde el principio para resolver el problema cuanto antes.
 
Los productos más eficaces son los llamados IBP; el primero y más famoso es el conocidísimo omeprazol, pero después han ido saliendo al mercado otros IBPs más potentes y eficaces. Este grupo de fármacos “son capaces de inhibir el 99,9% de la secreción ácida”, unos umbrales que “sólo los dan los IBP”, por lo que “son los fármacos de elección”, según explica el Dr. Esplugues. Según comenta, los IBP son unas sustancias muy sofisticadas, ya que “actúan de una forma u otra en función de que haya o no ácido”, quedando fijados en la zona en donde hay ácido.
 
Refiriéndose a la potencia de estos fármacos, el Dr. Ponce destaca que “la eficacia terapéutica se asocia directamente con la potencia antisecretora del fármaco” y que “la reducción del tiempo de exposición ácida del estómago es el principal factor de curación”.
 
Sobre la polémica, muchas veces planteada, de cuál debe ser el tratamiento inicial y si deben reservarse los IBPs potentes como segunda línea de tratamiento (es decir, recetarlos sólo si fallan los anteriores), el doctor Ponce se muestra categórico al señalar que “el tratamiento antisecretor debe ser potente y duradero, cualquiera que sea la gravedad de la ERGE”.
 
Y lo explica así: “A partir de los síntomas no se puede saber si el paciente tiene ERGE erosiva o no. Eso solo se puede saber haciendo una endoscopia”, y comenta la paradoja de que muchas veces se manda hacer la endoscopia al paciente, pero para librarle de síntomas hasta que le hagan la prueba, le ponen un tratamiento, de tal forma que cuando le hacen la endoscopia la enfermedad ya ha remitido. Por eso se muestra partidario de utilizar desde el principio un IBP potente ya que haciéndolo así “se controla la ERGE sea o no erosiva”.
 

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