(AZprensa) Si buscamos en el diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española (RAE) la definición de “democracia”, veremos que
es un “sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la
ejerce directamente o por medio de representantes” y también una “forma de
sociedad que reconoce y respeta como valores esenciales la libertad y la
igualdad de todos los ciudadanos ante la ley”.
Por el contrario, según la RAE, una “dictadura” es un “régimen
político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona
o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades
individuales”.
Analicemos ahora, a la vista de lo que es la España actual,
qué diferencias hay entre ambos conceptos.
En primer lugar vemos que según dice la RAE, la
democracia “reconoce y respeta como valores esenciales la libertad y la
igualdad de todos los ciudadanos” mientras que la dictadura “reprime los
derechos humanos y las libertades individuales”.
La pregunta que surge es “¿podemos considerar que hay
democracia en España?” y la respuesta es “no”. Incluso podríamos llegar más
lejos y preguntarnos “¿existe la democracia tal como la define el diccionario?”,
y la respuesta, igualmente, es “no”.
Se dice que la democracia reconoce y respeta las
libertades individuales, pero sin embargo estamos viendo cómo la democracia no
respeta la libertad de las personas partidarias de una dictadura. Se les
arrincona, se las estigmatiza, e incluso se las sanciona simplemente por
mostrar una bandera o por realizar un saludo propio de las dictaduras.
En consecuencia, la democracia que dice respetar la
libertad individual no respeta la libertad de todos aquellos que piensan
diferente, con lo cual nos demuestra que la democracia es en realidad una
dictadura hipócrita, que aparenta ser un adalid de la libertad individual y sin
embargo reprime y sanciona a quienes son partidarios de una dictadura. Al menos
la dictadura es más sincera, porque reprime derechos y libertades y no va por
ahí pregonando que son adalides de la libertad.
En el caso de España, y en la Europa actual, la
democracia ha desparecido por completo y estamos en la más absoluta dictadura,
eso sí, con el ropaje hipócrita de la “democracia”. A partidos democráticos
pero que, simplemente, son de “derechas” como VOX, se les tilda de “ultras”, mientras
que a los “ultras” de izquierdas se les admite como socios de Gobierno, a ellos
y a los separatistas, a ellos y a los ex terroristas. Sí, está muy bien visto
un Gobierno de socialistas, comunistas, independentistas y ex terroristas, pero
está muy mal visto un partido de “derecha”.
Y lo mismo ocurre en Francia, en donde vemos que –al igual
que en España- se pide a todos los partidos que se unan con tal de impedir que
gobierne la “derecha”. Nos dicen que es mejor estar en manos de comunistas,
independentistas, ex terroristas y ultra izquierda, antes que estar en manos de
la “derecha”.
Pero todo esto ¿por qué? ¿Cuál es la razón de tanto odio
hacia la derecha que representan esos partidos a los que han cambiado el
calificativo de “derecha” por el de “ultraderecha”? Es muy sencillo, por mucho
que los comunistas, independentistas, ex terroristas y ultra izquierdas intente
embaucarte: dinero y privilegios.
Esos partidos a los que califican a modo de insulto como “ultraderecha”
y que en realidad son simplemente “derecha”, tales como VOX, apuestan por
reducir el número de políticos que chupan del bote para que todo ese dinero que
se llevan y que despilfarran, vaya a parar a lo que de verdad queremos todos:
educación, sanidad, empleo, seguridad…
Toda es panda que está en el Gobierno con esa enorme
amalgama de siglas, no quieren perder sus ingresos ni sus privilegios, ni todo
el dinero que manejan a su antojo, y si gobernase esa derecha a la que ellos califican
de “ultra” lo perderían e iría a para a manos de los ciudadanos.
De ahí que se cambien los planes de Educación para que
los alumnos sean ignorantes, que se suprima la Filosofía para que no sean
capaces de pensar y razonar por sí mismos, que puedan pasar de curso con
suspensos para premiar no el esfuerzo sino el “apesebramiento”.
De ahí que se tengan comprados los medios de comunicación
(en especial las televisiones) para que estos laven el cerebro de los ciudadanos
con las consignas del Gobierno.
De ahí que se dinamite el núcleo familiar para que los
ciudadanos no tengan más familia que la televisión “lava cerebros”.
De ahí que se subvencione a los vagos, a los okupas, a
los incompetentes y a los aduladores, y se pongan trabas a los emprendedores, a
los que quieren crear empresas y empleo.
De ahí que se dinamiten los valores éticos, religiosos y
morales y se incentive la inmoralidad en todos sus aspectos.
De ahí que se incentive la inmigración ilegal para que el
exceso de demanda laboral permita sueldos bajos y condiciones de trabajo
precarias, y la “multiculturalidad” que pregonan como ideal no sea sino la
herramienta que borre la historia, la cultura y las tradiciones propias del
país.
De ahí, en definitiva, que la “casta política actual”
luche por defender sus puestos de trabajo, sus privilegios y el manejo a su antojo
de enormes presupuestos, y no quiera a ningún partido político que lleve en su
programa una reducción del gasto superfluo, del número de políticos, del número
de asesores amiguetes, etc.
La actual democracia es una dictadura engañabobos para
que la casta política que ahora gobierna y la casta política que ahora permite
al Gobierno seguir en el poder, continúe en su sitio.
Para finalizar, diré que me llamó la atención –cuando consulté
el diccionario de la RAE- una acepción de “dictadura” muy peculiar. El
diccionario la llama “democracia popular” y la define como “sistema de gobierno
de las dictaduras comunistas”.
Creo que el diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española no anda muy desencaminado.
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