lunes, 4 de abril de 2022

Si quieres fármacos sin ningún riesgo, entonces no tendrás nada

(AZprensa) La constante obsesión de las Autoridades sanitarias y de la opinión pública por no asumir ningún riesgo en la medicación que se toma para tratar las enfermedades, está condenando a la investigación e innovación farmacéutica. Desde siempre se ha reconocido que no existe ningún medicamento –absolutamente ninguno- que no tenga efectos secundarios, y se ha dicho igualmente que el médico debe valorar en cada caso individual el balance riesgo / beneficio, de tal forma que se administren los medicamentos sólo cuando los posibles beneficios del mismo sean superiores a los posibles riesgos.
 
Desde hace ya un par de décadas, las tornas han ido cambiando y se exige a los laboratorios farmacéuticos que saquen al mercado productos sin ningún efecto secundario, lo cual es imposible. Esto trae como consecuencia más años de desarrollo clínico, más retrasos para la aprobación, y menos incentivos para que las empresas farmacéuticas sigan investigando.
 
Lo dijo bien claro, Sir Tom McKillop, uno de los más preclaros dirigentes de la industria farmacéutica: “Si la gente cree que se pueden conseguir medicamentos novedosos en áreas de descubrimientos decisivos sin correr riesgos, entonces no tendrán absolutamente ningún nuevo medicamento que represente un gran adelanto”. Y añadía que “estos nuevos fármacos consiguen prolongar la vida de los pacientes y mejoran al mismo tiempo su calidad de vida; el retrasar su aprobación hasta que se esté absolutamente seguro de que no existe el más mínimo riesgo, significa que se está poniendo toda la atención en el riesgo y muy poca atención en los beneficios que esos pacientes reclaman”.
 
En la sociedad actual estamos padeciendo ya las consecuencias de este error de concepto: mirar sólo a los posibles riesgos y olvidarse de los beneficios que puede obtener el paciente: “La población en las áreas desarrolladas del mundo ha comenzado a esperar innovación y progreso sin ningún riesgo, y eso es simplemente imposible”. Pero es que, además, cuanto más se retrase la aprobación de cada nuevo fármaco innovador, más pacientes estarán muriendo o viendo agravada su enfermedad por no disponer a tiempo de esos nuevos medicamentos.
 

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2 comentarios:

Álex Padrón dijo...

Por definición, un compuesto biológicamente activo va a tener una amplia gama de efectos, pues su estructura se ajusta a uno (o varios) receptores que pueden encontrarse duplicados en varios órganos (o sistemas de órganos). Estos efectos biológicos se clasifican como adversos o secundarios en función de la percepción del paciente, que como individuo puede experimentarlos o no. Y cada paciente es un mundo diferente en sí mismo, porque cada uno de nosotros nos diferenciamos en un ADN único y circunstancias ambientales totalmente diferentes.
Es entonces imposible para una industria farmacéutica lograr un producto efectivo y tan específico para una dolencia que carezca de efectos secundarios, adversos o no... como imposible es probar un fármaco para todos y cada uno de los efectos secundarios posibles. Para eso existe una ciencia llamada farmacovigilancia, que analiza el efecto de un fármaco una vez aplicado de forma masiva. El que quiera fármacos sin otros efectos que el que ejerce en su propia enfermedad, es mejor que vaya reduciendo su expectativa de vida. Así de simple, sin cortapisas. Muy buen artículo, en verdad. Es mejor que la sociedad se percate de una vez por todas que no vivimos en el mundo idílico que creemos habitar: algunas cosas son aún imposibles para la ciencia, y otras que van contra las leyes elementales de la naturaleza, sencillamente nunca podremos saltárnoslas.

Vicente Fisac dijo...

Muy bien explicado, Gracias por tu aportación.