El día 8 de diciembre de 1998 nadie trabajó en Zéneca Farma
y supongo que nadie o casi nadie trabajaría tampoco en Astra España; acababa de
saltar la noticia: la fusión de Astra y Zéneca ya no era un rumor sino una
realidad. Aquél día, como digo, nadie trabajó en Zéneca Farma; todo fue un ir y
venir por los pasillos, hacer y recibir llamadas, reunirse en pequeños grupos y
luego integrarse en otros nuevos para ver qué más noticias al respecto se
conocían. Internet era una herramienta imprescindible para conocer lo que se
estaba cociendo y todos navegábamos en busca de informaciones. Pudimos saber
que Astra era un laboratorio de tamaño similar al nuestro y con un vademécum de
productos diferente, por lo que apenas si existían duplicidades. Después, cada
uno arrimaba el ascua a su sardina y buscaba información sensible para su
puesto de trabajo. En mi caso, por ejemplo, me enteré que Astra no tenía
departamento de Comunicación, lo que supuso un alivio, ya que veía aumentar mis
posibilidades de continuar en la compañía al no tener rivales directos al otro
lado.
Después, al día siguiente, la noticia ya era oficial y
estaba en todos los medios de comunicación, no solo en los especializados sino
incluso en los medios de información general. La razón era muy sencilla: la
suma de estos dos laboratorios de tamaño mediano iba a dar lugar al nacimiento
de un gigante: el tercer laboratorio más grande del mundo.
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