La preferencia de los médicos por las dosis bajas de los
inhibidores de la ECA pueden ser un reflejo de la percepción deque las dosis
bajas son tan efectivas como las dosis altas y en cambio ofrecen un riesgo
inferior de provocar efectos secundarios.
Sin embargo la validez de estas suposiciones nunca se ha
demostrado de forma adecuada en un ensayo clínico controlado, ya que la mayoría
de los mismos se han realizado para determinar si los inhibidores de la ECA
deberían utilizarse en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca, sin
considerar cómo. Por el contrario las dosis utilizadas en los estudios a gran
escala que establecieron el valor de estos fármacos, han sido las altas.
En este sentido el estudios ATLAS (Assessment of Treatment with Lisinopril and Survival), uno de los mayores estudios realizados para
valorar el tratamiento con lisinopril y su supervivencia, llevado a cabo en
3.164 pacientes, demostró una importante reducción en la mortalidad (717
muertes en el grupo que recibió dosis bajas frente a 666 en el grupo que
recibió dosis altas) y en el número de hospitalizaciones (4.397 en el grupo de
dosis altas frente a 3.819 en el de dosis bajas).
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