(El Inefable) Las anteojeras son esos antiguos artilugios se
que ponían las caballerías para que
–una vez uncidas al carro- tiraran siempre hacia delante sin distraerse con
cuanto pudiera pasar a su alrededor. Algo similar (aunque en sentido figurado)
tienen dos monjas que se han convertido en estrellas mediáticas, Lucía Caram y
Teresa Forcades.
A la primera, nombrada “catalana del año” y eso que ella es
argentina, no le duelen prendas al atacar la corrupción... pero sólo la de
algunos. Ella ve la viga en el ojo ajeno pero no ve la viga en el ojo propio,
es decir, ataca sin piedad (virtud que debe acompañar a todo cristiano) a los
corruptos, pero no a todos; de los de su partido político preferido no dice ni
pío, y eso que las corruptelas en CiU han sido descomunales.
De la otra, licenciada en Medicina, se han hecho famosos sus
ataques a la industria farmacéutica sin reconocer ninguno de sus logros. Por
supuesto que dicha industria tiene mucho que criticar, pero... ¿es que no ha
hecho nada bueno? Pues para ella, ni las vacunas, que critica sin reparo y de
forma generalizada.
En lo que ambas coinciden es en su amor a Artur Mas,
presidente de Cataluña, a quien apoyan y defienden incondicionalmente. Todos
los defectos que existen en los demás seres humanos no están presentes en este
político a quien, si por ellas fuera, subirían a los altares. ¿Se quitarán
alguna vez las anteojeras o habrá que esperar a las elecciones del próximo 27
de septiembre en donde se verá que hay más catalanes partidarios de la unidad
que de la ruptura?
No hay comentarios:
Publicar un comentario