viernes, 21 de junio de 2019

Calisto, el abuelo de nuestro sistema solar


(AZprensa) Según se ha podido establecer, la superficie de Calisto (satélite de Júpiter) tiene 4.000 millones de años y constituye el paisaje más antiguo que puede observarse en nuestro sistema solar; así lo atestigua también su superficie que es la más acribillada por meteoritos de todo nuestro sistema solar hasta el punto que se dice que ningún meteorito podría crear un cráter en su superficie sin tapar otro más antiguo.

Con un diámetro de 4.800 Km. (casi igual que Mercurio aunque sólo tiene un tercio de su masa) es el tercer satélite más grande de nuestro sistema solar y se encuentra a 1.883.000 Km. de Júpiter. Su periodo orbital es de 16 días 16 h. y 32’ ofreciendo siempre la misma cara a Júpiter. En este caso, no obstante, no está influido por la resonancia orbital de Júpiter tal como sucede con los tres satélites precedentes (Ío, Europa y Ganímedes). Se trata de un cuerpo frío, con una temperatura media de -130º C (variaciones entre –193º C y –108º C) y su superficie rocosa tiene una gruesa capa de hielo. Su atmósfera, compuesta principalmente por dióxido de carbono y algo de oxígeno, es muy ligera, y su albedo es de 0,22 es decir, refleja el 22 por ciento de la luz que recibe.

Tiene un núcleo compuesto por silicatos y su superficie está formada por hielo, dióxido decarbono, silicatos y compuestos orgánicos. Entre medias se cree que hay un océano de agua líquida salada, a unos 100 Km. de profundidad, que podría tener unos 50 ó 100 Km. de grosor, aunque no hay certeza de ello. Lo que sí se ve en su superficie son infinidad de cráteres, aunque sus paredes no son tan altas como las observadas por ejemplo en la Luna, y un curioso fenómeno llamado “catenae” que consiste en largas cadenas de cráteres colocados uno detrás de otro en largas líneas rectas. Otra característica peculiar son unas zonas de anillos concéntricos formados por la fracturación de la litosfera.

La cara que mira siempre a Júpiter es más oscura que la opuesta (justo al revés de lo que sucede en los demás satélites que orbitan de esta forma) la cual tiene más abundancia de dióxido de azufre mientras que la opuesta tiene más dióxido de carbono. En general se observa más preponderancia de hielo en las cumbres mientras que en las partes bajas se acumula un material oscuro que aún no ha sido identificado.

Otra característica que hace de Calisto un satélite especialmente atractivo es que se encuentra a una distancia lo suficientemente lejana de Júpiter como para no verse alcanzado por la magnetosfera de este planeta y recibe poca radiación. Esto unido a su estabilidad geológica, hace de Calisto un lugar en el que ya se ha pensado como base permanente para acoger en un futuro lejano a los viajeros interplanetarios.

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