sábado, 8 de junio de 2019

Diez años de media hasta que diagnostican la hidrosadenitis


(AZprensa) A pesar de afectar al 1% de la población española, cerca de 500.000 personas padecen hidrosadenitis supurativa, una enfermedad invisible y muy poco conocida”, alerta Silvia Lobo, presidenta de Asociación de Enfermos de Hidrosadenitis (ASENDHI).

La hidrosadenitis o hidradenitis supurativa (HS) es una enfermedad dermatológica, inflamatoria, inmunomediada, sistémica, crónica y progresiva, muy invalidante y una de las patologías con mayor impacto en la calidad de vida de quienes la padecen. No requiere estudios ni pruebas para diagnosticarla y con sólo tres preguntas se podría diagnosticar, pero con frecuencia se desconoce, se confunden los síntomas o se diagnostica erróneamente.

Prueba de ello es que según los últimos estudios, los pacientes con HS sufren un retraso en el diagnóstico de 10 años de media, aunque se ha observado una clara mejoría entre los jóvenes menores de 30 años, donde se ha logrado reducir considerablemente el tiempo de diagnóstico.

La hidrosadenitis supurativa es una enfermedad que se presenta habitualmente en la pubertad, con lesiones dolorosas, profundas e inflamadas en las áreas del cuerpo como las axilas, ingles, genitales o zona inframamaria, en el caso de las mujeres. De hecho, es una patología eminentemente femenina, donde más del 80% de los pacientes son mujeres.

La HS pertenece al grupo de enfermedades inflamatorias inmunomediadas (IMID, por sus siglas en inglés), y el 18% de sus pacientes tienen, a su vez otra patología de este tipo, siendo las más comunes la artritis reumatoide (31%), la psoriasis (26%) o la colitis ulcerosa (12%).

Desde la aparición del primer síntoma, las personas con HS necesitan unas 26 visitas al médico, de tres especialidades diferentes y se someten a 5,8 intervenciones quirúrgicas de media. “Tantas operaciones llevan implícitas hospitalizaciones y ausencias en el trabajo. De hecho, casi el 30% de los pacientes ha faltado a su puesto durante más de un mes”, explica Silvia Lobo. “Por otro lado, tan solo el 8% de los encuestados tienen reconocida una incapacidad laboral reconocida. Un porcentaje muy bajo debido a la tardanza en el diagnóstico y a una incompleta historia clínica. El desconocimiento de la patología y su banalización hace que no concedan la incapacidad a los enfermos”,

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