(AZprensa) Los responsables de Marketing se están dando cuenta del enorme poder de
los medios de comunicación y quieren abarcar esa parcela. Quieren hacerlo, no
obstante, a su modo, como si fuese publicidad, y no se dan cuenta –primero- de
las diferencias que existen entre la publicidad y la información periodística y
–segundo- sus esfuerzos serán en vano, porque la información seria, en medios
de comunicación profesionales, no admite el intrusismo. Si por algo han luchado
siempre los periodistas, ha sido por su independencia.
La publicidad ha sido y es un arma incuestionable para transmitir los
mensajes comerciales al público. Su eficacia es evidente, aun cuando los
sistemas de medición de eficacia no sean todo lo garantes que se desearía. Sin
embargo, funciona. La buena publicidad, funciona.
La publicidad tiene en la creatividad de sus textos, imágenes y
propuestas, su mejor aliado para captar el interés del lector y transmitirle
unas determinadas sensaciones en pro de una marca. Tiene, igualmente, en la
repetición de los mensajes, la gasolina de su efectividad; ese martilleo
constante que va grabando en nuestro cerebro sus propuestas.
Pero la publicidad cuesta dinero. Cada día más. Su audiencia está cada
vez más fragmentada. Y además todos somos conscientes de que su credibilidad es
relativa, puesto que nadie habla mal de sí mismo. Por el contrario, la
información periodística tiene esa credibilidad que le falta a la publicidad,
no por el hecho de estar mejor informada (todo lo contrario; son las compañías
quienes mejor conocen sus productos) sino por el hecho de no ser parte
interesada en esa comunicación. Esa imparcialidad es, precisamente, la que le
otorga su credibilidad.
Los responsables de Marketing ven cómo los profesionales que trabajan
en los departamentos de comunicación (propios y/o agencias externas) consiguen
que los medios de comunicación hablen de sus productos. ¡Y no les cuesta nada!
Si acaso, los salarios y honorarios de esos profesionales de la comunicación,
que siempre están muy por debajo de la equivalencia en euros que hubiera
supuesto la contratación publicitaria de los espacios que gratuitamente han
dedicado los medios para divulgar esa información de su producto o de su
compañía.
Su reacción no se está haciendo esperar. Están acostumbrados a pagar
por insertar sus mensajes publicitarios y ahora quieren también aprovechar este
filón de las informaciones gratuitas sobre sus productos y compañía. Sin
embargo, como no saben distinguir, lo hacen con el mismo talante: pago y exijo.
Planean sus campañas de comunicación de mensajes a lo largo del año.
Deciden en qué momento se irá transmitiendo a través de los medios cada
mensaje. Elaboran sus notas de prensa a mayor gloria de sus productos y/o
empresa. Organizan viajes con periodistas para que informen de sus actividades
comerciales. Trasladan –en definitiva- al campo de la comunicación periodística
sus prácticas habituales de Marketing.
Plantear por ejemplo que, “como dentro de 5 meses se celebrará tal
congreso, en el que la compañía A hablará del producto B, es necesario divulgar
(a través de la información periodística de los medios!?) que dicho producto es
mejor que sus competidores (citando sus ventajas, por supuesto)”.
Este es un error que cada día estamos viendo con mayor frecuencia. De
igual forma a como planean sus campañas de publicidad, pretenden hacer con las
campañas de información periodística a través de los medios de comunicación.
Naturalmente, los resultados no son los esperados. Los medios de
comunicación no se venden; lo que venden son sus espacios publicitarios. El
objetivo de los medios de comunicación es ganar audiencia (de la que dependen
luego sus ingresos publicitarios) y esa audiencia sólo se consigue con una
información basada en cinco criterios básicos: Imparcialidad, calidad, interés,
actualización y diferenciación.
No comprenden que la materia prima de los medios de comunicación son
las noticias, y que noticia es algo diferente, raro, inusual (o incluso
repetido), que se está dando en ese mismo momento.
No comprenden que –en el ejemplo citado anteriormente- no es posible
predecir cuál será la “noticia” de ese día y mucho menos que una información
promocional como la que pretenden transmitir sea considerada como noticia ese
día.
No hay nada más efímero que la noticia. La noticia es el presente; más
aún: lo que se sale de la norma en el presente. Todo lo demás es historia o
especulación.
La noticia es algo, además, que afecta a las personas, y el
protagonista de las mismas debe ser la persona, no el producto. En este
sentido, lo noticiable de una actividad no será nunca la relación de las
características de un producto sino –en todo caso- cómo puede afectar a las
personas la utilización del mismo.
Las noticias no se plantean; surgen. Se puede planear la presentación
de los resultados de un estudio o la aprobación de una nueva indicación o
aplicación de un producto; pero –incluso en esos casos- ¿Cuál será la noticia?
¿Los mensajes promocionales del producto o algo nuevo/raro/inusual (o repetido)
que alguno de los portavoces de aquél día transmitirá a los periodistas?
Evidentemente, estará más cerca de lo segundo y deberá contar además (y eso es
imposible de prever) con que ese día no haya otro material informativo más
llamativo (una huelga, un atentado, un accidente, la coincidencia de varias
ruedas de prensa, unas declaraciones políticas, etc.).
Ni siquiera el periodista que está preparando la información de la
rueda de prensa a la que ha asistido esa mañana, y para la que cuenta con un
determinado espacio, sabe con certeza si dicha información saldrá finalmente
publicada o, cuando falten 20 minutos para cerrar la edición, se la cambiarán
por un suceso de última hora. ¿Cómo pretenden, pues, los profesionales del
Marketing, “programar” lo que debe ser noticia (según sus intereses) y además
con varios meses de antelación?
Con estos planteamientos, los principales perjudicados son los propios
responsables de Marketing, que no alcanzarán los objetivos que se habían
propuesto, pero también los profesionales de comunicación, que tienen la
difícil tarea de extraer de contenidos comerciales material con interés
periodístico.
Dejemos que cada profesional domine su parcela. Que los profesionales
del Marketing planifiquen sus campañas publicitarias y que los profesionales de
la comunicación busquen libremente dentro de sus compañías aquellas
informaciones realmente “noticiables”.
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