(AZprensa) La relación del presidente de Estados Unidos Donald Trump con la industria farmacéutica es una historia de amor y odio. Hasta ahora Estados Unidos ha sido el mercado Nº 1 del mundo para la industria farmacéutica, acaparando en torno al 50 por ciento de las ventas de la mayor parte de las grandes multinacionales farmacéuticas; pero desde que llegó al poder Trump no ha parado de lanzar frases incendiarias contra esta industria, aunque las medidas que ha ido adoptando no han sido tan radicales como hacían presagiar sus palabras.
Dijo, por ejemplo, que estaba dispuesto a bajar los precios de los medicamentos: “Tenemos que crear nuevos procesos de negociación de precios para la industria del medicamento, porque se están yendo de rositas”, ya que “somos el principal comprador de fármacos del mundo, y aun así no negociamos los precios adecuadamente”.
Disparó directo a la industria farmacéutica, asegurando que las grandes multinacionales “cuentan con muchos lobbies y mucho poder” y por consiguiente “hay muy poca negociación en medicamentos”, y a él, claro, le gustaría imponer sus propias reglas y que todos las acatasen sin rechistar.
Y sin embargo, por el otro lado, trata de atraer a la industria farmacéutica para que invierta en Estados Unidos y traslade allí muchos de los centros de producción que se han localizado fuera de sus fronteras. “Tenemos que conseguir que vuelva. Nos abastecen de fármacos, pero no los hacen aquí”.
Es el eterno modelo de la zanahoria y el palo para conseguir que el burro obedezca a su amo. El amo, como se ve, es Trumpo, y el burro…
No lo vamos a decir, pero sí que tras estas palabras, el grupo alemán Bayer, junto con su recién adquirido negocio agroquímico Monsanto, fueron los primeros en ponerse de rodillas ante Donald Trump y, agachando la cabeza, prometieron ser buenos chicos y crear al menos 3.000 nuevos puestos de trabajo en Estados Unidos e invertir 8.000 millones de dólares en I+D en aquél país, lo que equivale al 50 por ciento de la inversión que a nivel mundial tienen prevista esa compañía. Así lo hizo saber el propio grupo, cuyos consejeros delegados Werner Baumann (Bayer) y Hugh Grant (Monsanto), mantuvieron un encuentro con los responsables del equipo de Trump.
Y no fueron los únicos, puesto que las demás compañías farmacéuticas han ido amoldándose a las nuevas exigencias del Gobierno, y es que Estados Unidos necesita tanto a la industria farmacéutica como esta industria necesita a los Estados Unidos.
"La Comunicación en la industria farmacéutica", de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa:
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