(AZprensa) Ceres es un pequeño planeta (952 Km. de
diámetro) que orbita entre Marte y Júpiter. Tiene una pequeña atmósfera que
contiene vapor de agua. Su temperatura es del orden de los –38º C, y su
gravedad un tercio que en la Tierra (100 kilos en la Tierra pesan 28 kilos en
Ceres). El día (giro completo sobre sí mismo) dura 9 horas y el año (giro
completo alrededor del Sol) dura 4,6 años.
Ceres fue descubierto en 1801 siendo considerado como un
planeta, pero en 1850 se le degradó a la categoría de “asteroide”. Finalmente,
en el año 2006 entró con merecimiento propio en la categoría de “planeta enano”
y, de hecho, es el objeto más grande del cinturón de asteroides (contiene la
tercera parte de la masa total del cinturón de asteroides). Muchos científicos
pensaron que se trataba de los restos de un antiguo planeta llamado Faetón, que
se habría desintegrado por alguna causa dando así lugar a este cinturón de
asteroides; sin embargo las teorías actuales sostienen todo lo contrario, que
el cinturón de asteroides es el resultado de los materiales abandonados de un
planeta que nunca llegó a completar su formación.
Ceres tiene una propiedad especial llamada
"equilibrio hidrostático", esto significa que el interior de Ceres es
lo suficientemente débil como para que su forma dependa de cómo gire, dando a
este cuerpo una forma prácticamente esférica (una propiedad que comparten todos
los planetas). En su composición intervienen distintas capas a diferentes
profundidades, con la capa más densa en el centro. Ceres es mucho menos denso
que la Tierra, la Luna, el gigante asteroide Vesta y otros cuerpos rocosos en
nuestro sistema solar. Contiene además materiales de baja densidad como el
hielo de agua, el cual debe estar separado del material rocoso habiendo sido
elevado a capas superiores junto con otros materiales ligeros. El interior de
Ceres podría estar diferenciado, conteniendo un núcleo rocoso y un manto de
hielo, e incluso se piensa que podría existir un océano bajo la capa de hielo.
La superficie está compuesta por una mezcla de hielo de agua y diversos
minerales hidratados como carbonatos y arcillas. Se han detectado, además,
emisiones de vapor de agua en varias regiones y según las mediciones efectuadas
expulsa al espacio hasta 6 kilos de vapor por segundo.
Las últimas observaciones de la sonda Dawn (enviada especialmente para estudiar este
planeta enano) están deparando numerosas sorpresas sobre el mismo. Llama la
atención, por ejemplo, una extraña montaña con forma piramidal y algo más de
6.000 metros de altitud que se levanta en una zona bastante plana, y que en uno
de sus lados muestra unas marcas brillantes que van desde la cumbre hasta la
base. Cuanto menos resulta algo inusual y de difícil explicación dada su
composición geométrica y el entorno relativamente plano en que se levanta. Pero
esto no es lo más extraño.
Otra sorpresa ha sido el descubrimiento de unas manchas
muy brillantes en el interior de algunos cráteres. En uno de ellos se han
localizado hasta ocho puntos de estas características, uno de ellos –el más grande-
con un diámetro de 9 a 15 Km. (como cualquiera de nuestras grandes ciudades).
No se ha desvelado cuál puede ser la causa y los expertos apuntan a grandes
depósitos de hielo o de sal. Otros, más osados, han equiparado esas mismas
imágenes (a la misma altura y resolución) con vistas áreas de algunas de
nuestras ciudades y el resultado no puede ser más similar. En junio de 2016,
datos espectrales del infrarrojo cercano de estas áreas brillantes mostraron
que eran compatibles con grandes cantidades de carbonato sódico (Na2CO3), por
lo que era probable que cierta actividad geológica reciente estuviese implicada
en la creación de esas manchas blancas.
Los nuevos datos y fotografías aportados por la sonda
Dawn (cuya órbita ha llegado a acercarse hasta los 1.400 Km. de distancia)
revelan que esas zonas blancas y extremadamente brillantes son altísimas
concentraciones de carbonato sódico producido por actividad hidrotermal tal
como sucede en algunos lugares de la Tierra, aunque nunca se habían visto tan
altas concentraciones en ningún otro lugar de nuestro sistema solar. Esto
sugiere un núcleo caliente y grandes cantidades de agua en su interior en
épocas geológicas recientes. "Los minerales que encontramos en la zona
brillante central de Occator requieren alteración por el agua", ha
declarado María Cristina De Sanctis, del Instituto Nacional de Astrofísica de
Roma, explicando cómo “los carbonatos apoyan la idea de que Ceres tenía
interior actividad hidrotermal interna que empujó estos materiales al exterior”.
El cráter Occator tiene 92 Km. de diámetro y ese tipo de misteriosas luces
también puede observarse en algún otro cráter, como Haulani, de 34 Km. de
diámetro.
De Sanctis también ha confirmado que la superficie de
Ceres contiene filosilicatos de amoniaco o arcillas con amoníaco. Como el
amoníaco es abundante en el sistema solar exterior, este descubrimiento da pie
a la idea de que Ceres puede haber estado antes cerca de la órbita de Neptuno y
emigrado posteriormente hacia el interior de nuestro sistema solar, lo que
explicaría que conservase estos materiales; los mismos que se han detectado
también en Encélado, un satélite helado de Saturno en donde se vienen
observando numerosos y gigantescos géiseres en erupción en su superficie.
¿A qué se debe tanto interés en este pequeño planeta, que
ha hecho que la NASA envíe una sonda exclusivamente para estudiarlo? Pues más
llamativo aún resulta el interés que ha despertado en la Agencia Espacial
China, que tiene previsto enviar en el año 2020 una sonda que aterrice en el
mismo y regrese con muestras.
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