(AZprensa) Mucho hablar de tensiones políticas, de
control de armas nucleares, del riesgo de una tercera guerra mundial… y resulta
que ya la ha habido y no nos hemos enterado… aunque ahora como perdedores
empezamos a ver las consecuencias.
China ha querido imponer su dominio sobre el resto del
mundo y para ello ha atacado a todo el planeta sin necesidad de declarar
ninguna guerra; le ha bastado con crear en sus laboratorios un virus y difundirlo
por todo el planeta. Bien es cierto que ese virus se llevó por delante la vida
de unos cuantos miles de chinos, pero eso se llama en el argot bélico “efectos
colaterales”; lo importante era el objetivo final: ganar la guerra de la
economía mundial.
Como consecuencia de la propagación del virus ha cundido
el pánico en todo el planeta, algo que ha venido muy bien a los “líderes
mundiales en la sombra”, esos multimillonarios que rigen los destinos del
planeta, que hacen prestamos milmillonarios a los países a cambio no sólo de recuperar
ese dinero con intereses sino a cambio también de recortes sociales para
empobrecer a esos países. La ventaja de empobrecer a alguien, al tiempo que le
pides que te devuelva el dinero y los intereses, es que al final el rico es más
rico y el pobre es más pobre, con lo cual el rico puede comprar a precio de
saldo cuantas empresas y propiedades quiera de ese país empobrecido.
Haya sido iniciativa o no de China, o de esos poderes
mundiales ocultos, lo cierto es que a ambos les ha favorecido esta pandemia
mundial y para ello han utilizado a los medios de comunicación como arma eficaz
para atemorizar a la población.
Mientras Estados Unidos se debate en la incertidumbre y
mientras Europa va cuesta abajo, diciendo adiós a lo que un día se llamó “estado
del bienestar”, la economía de China va a crecer esta año un 4,9 por ciento, y
eso que estamos hablando del año en que durante más de un trimestre la pandemia
también afectó a China. Pero estos últimos ya han salido adelante; ya no tienen
distanciamiento social, ya no usan mascarillas mas que en los lugares donde las
solían utilizar antes de la pandemia (transporte público, mercados, etc.), han
retomado la vida cultural, la vida deportiva, la vida recreativa… y el Gobierno
de China respira satisfacción por los cuatro costados porque ahora, quien manda
en el mundo es China, la economía más poderosa del mundo es la de China, y los
demás (todos nosotros) ya sabéis lo que toca: ser cada día más pobres, estar
cada día con menos libertades, estar cada vez más controlados, obedecer
ciegamente lo que nos manden, aceptar el pensamiento único, y trabajar para los
nuevos amos del mundo como y cuanto ellos quieran.
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