(AZprensa) En España hay 22 facultades de
Odontología y cada año salen unos 1.750 nuevos odontólogos. Esto significa que
en los últimos diez años se ha
duplicado el número de odontólogos y a este ritmo llegaremos a los 40.000 para
el año 2020; unas cifras imposibles de soportar para este país.
Según la Organización Mundial de la Salud
(OMS) hace falta un dentista por cada 3.500 habitantes y resulta que en España
ahora mismo hay uno por cada 1.300 habitantes. Sin embargo esas recomendaciones
de la OMS se hacen suponiendo una frecuencia de visitas periódicas al dentista
mucho más alta de la que se da en España (apenas un 46 por ciento), por lo que
la realidad es que tenemos uno dentista por cada 600 personas que acuden a una
de estas consultas.
Como se ve, unas cifras que hacen
insostenible la rentabilidad de las clínicas... salvo que se juegue con la
salud de sus clientes y se explote a los odontólogos contratándolos en
condiciones indignas (los hay que trabajan 40 horas semanales por 500 euros al
mes sin estar realmente contratados laboralmente ya que les hacen darse de alta
como autónomos bajo su propia responsabilidad).
Así las cosas, y ante la pasividad del
Gobierno, no es de extrañar que España se haya convertido en uno de los mayores
exportadores de odontólogos de todo el mundo: profesionales con una buena
formación (pagada con los impuestos de todos los españoles) que tienen que irse
a trabajar a otro país para tener un salario y unas condiciones laborales
dignas.
Como ha denunciado
recientemente el presidente del Consejo General de Dentistas, Óscar Castro, al
informativo Acta Sanitaria, en los dos últimos años han solicitado el
certificado de buena conducta (imprescindible para irse a trabajar a otro país)
el 86 por ciento de los nuevos graduados.
Así que Australia, Canadá, Holanda, Reino Unido, etc. están encantados porque
les sale gratis la formación de los nuevos odontólogos que desde España acuden
allí cada año.
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