(AZprensa) Son muchos los pacientes que
ingresan en el hospital para someterse a cualquier tipo de cirugía y luego esta
se complica con una infección adquirida dentro del hospital. Son las llamadas
infecciones “nosocomiales”, quizás porque esta palabra técnica descarga de
responsabilidad al hospital cuando en realidad se trata de una “infección
hospitalaria”, es decir, una infección adquirida dentro del hospital.
Las resistencias bacterianas tienen una
incidencia muy importante en la propagación de las infecciones hospitalarias,
siendo las más frecuentes las infecciones por la herida quirúrgica, las
infecciones urinarias, las respiratorias y las relacionadas con los catéteres
endovenosos. Estas infecciones pueden alargar la estancia hospitalaria de los
pacientes entre 2 y 9 días, lo que repercute tanto en la salud del paciente
como en el gasto sanitario. En el caso de las bacteriemias intrahospitalarias
en general, el coste asociado se incrementa en 15.000 euros de media, cantidad
que puede llegar a duplicarse –o triplicarse en algunos casos– si se
añade el fenómeno creciente de la resistencia a los antibióticos.
La
resistencia a los antibióticos es uno de los principales problemas de salud
pública, a lo que contribuye también el uso inapropiado de antibióticos. Los
pacientes con infecciones producidas por bacterias resistentes a los
antibióticos tienen menos opciones de recibir tratamientos de máxima eficacia,
y se calcula que, anualmente, en España fallecen 2.500 personas debido a las
resistencias a los antibióticos.
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