¿De quién es esa página?
Cualquier web debe estar claramente identificada, indicándonos quién o quiénes son sus responsables. Si estos no se identifican o no tienen adecuada cualificación, más vale pasar de ellos.
¿Está actualizada?
Mucho ojo, si la web no está actualizada puede que dicha información haya quedado desfasada aun cuando en su día fuese correcta. Además, si algo no se actualiza está claro que no funciona.
¿Cómo se financia?
Hay que mirar si está patrocinada por alguna compañía, en cuyo caso las informaciones seguramente serán parciales, orientadas a los intereses de la misma.
¿Me pide datos?
Cuando una página de divulgación pide datos (aunque sean de registro y contraseña) es que no ha entendido bien qué es eso de la “divulgación de información” y si además pide otros datos nuestros, mejor desconfiar.
¿Y los foros de opinión?
Los foros de opinión, tan frecuentes, son la fuente menos fiable de información ya que se trata de opiniones personales, individuales, completamente subjetivas, y sin ninguna garantía de que sean ciertas. Si en un foro de opinión sobre un hotel no podemos fiarnos (porque todo depende de cómo le hayan ido esas vacaciones) mucho menos podemos fiarnos en algo tan importante como es la salud.
Por consiguiente, cada vez que hagamos una consulta de salud en Internet, conviene que miremos un momento quién hace esa página, por qué la hace, y si está actualizada. Si no encontramos fácilmente estos datos, es que –aunque sea de fiar- no divulga bien; y si no los encontramos o estos no tienen un respaldo profesional suficiente, más vale que busquemos en otro lugar.
"Internet y Salud", de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa:
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