(AZprensa) P.- Quería hacer una pregunta y es si este trauma, este
estrés, afecta más a los periodistas que cubren información audiovisual (radio
y TV) que a los que hacen prensa escrita. Lo digo porque, a veces, escribir
sobre algo puede resultar una terapia en sí misma para rebajar el carácter del
trauma, es decir, el hecho de escribir puede que te descargue y que por sí
mismo tenga propiedades curativas.
R.- Esto es
cierto. Hay información en la web del “Dart Center” sobre las experiencias
periodísticas del trauma. Según un estudio de un psiquiatra canadiense sobre
120 periodistas que cubrieron los desastres de guerra durante mucho tiempo (una
media de 15 años), se vio que un 20 por ciento tenía estrés post-traumático en
algún momento de su vida. Y en este estudio había reporteros de prensa escrita,
cámaras, fotógrafos... También hay pruebas de que los que viven y trabajan con
la imagen tiene una incidencia más alta de respuestas de estrés, son más
vulnerables. En cambio, los periodistas que hacen prensa escrita, como decías,
siguen siendo vulnerables porque son seres humanos, pero parece que tienen más
resistencia incorporada, que en parte tiene que ver con el modo en que ejercen
su profesión. Y tienes toda la razón, el proceso de escribir sobre una
situación traumática, de describir y estructurar la narración de la historia,
constituye una terapia en sí misma. Sin embargo hay que añadir que si esa
narración es falsa o está distorsionada (por ejemplo, en la prensa
sensacionalista), entonces dicho proceso no resulta de ninguna ayuda ni
utilidad para quien así escribe.
Actualmente
sabemos mucho sobre cómo el cerebro `procesa el trauma y cómo se recupera. La
cuestión clave es que transformamos este trauma en una experiencia de
conocimiento, porque el trauma fragmenta, nos rompe en trocitos que no se
conectan entre sí, y si volvemos a conectar las piezas, a través de la
narrativa personal y profesional, el cerebro es capaz de ayudarnos en esa
recuperación.
Precisamente
nosotros vemos a muchos periodistas que han vivido este tipo de situaciones y
les ayudamos a contar su historia. Es una historia personal, como una historia
periodística, salvo que en este caso se trata de su propia historia interior.
Esto ayuda a dar sentido, ayuda al cerebro a reunir las piececitas y también
libera la emoción, mitigando el daño causado por aquellos momentos traumáticos.
Nos damos cuenta de esta forma cómo la psicoterapia y el periodismo vienen a
ser lo mismo. Esta es mi idea revolucionaria.
Como
periodista me siento, escucho a la gente, les hago preguntas, intento sacar un
sentido de lo que ellos me dicen. Como psicoterapeuta me siento con una persona
a la que escucho e intento sacar un sentido de lo que ha experimentado. La
buena psicoterapia puede curar, y yo creo que el buen periodismo también puede
contribuir a la curación. Este no es el objetivo del periodismo, pero el buen
periodismo ayuda a los individuos, a la comunidad, a la nación, a recuperarse
de los traumas que haya padecido. Las cosas malas seguirán pasando es el mundo
en que vivimos; seguirán existiendo guerras, accidentes de carretera,
asesinatos... pero si nosotros como periodistas podemos contar bien la
historia, con profundidad, con sensibilidad, con conocimiento, podremos
contribuir al bienestar de todos. El periodismo puede ayudar, por lo menos, a
no empeorar las cosas, y quizás con ello se pueda ayudar a mejorarlas.
(Cont...)
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